sábado, 21 de diciembre de 2013

LA ESPAÑA CONTEMPÓRANEA; UN CONVENIO ENTRE LA FUNDACIÓN MAPFRE Y GALLARDÓN.

Ayer día 19 me dejo caer por la exposición España contemporánea, un recorrido fotográfico (y de vestidos de mujer) que va desde el siglo XIX hasta nuestros días de corrupción y campeones del mundo de fútbol. En esta muestra, organizada por la fundación Mapfre, no sólo asistimos a la transformación de una sociedad aristocrática en una sociedad en el que el salto de lo rural a lo "moderno" lleva consigo no sólo los consecuentes absurdos éticos y humanos en el sentido más amplio, sino al establecimiento de otra forma de aristocracia, mucho menos visual, que queda establecida hasta en la configuración del paisaje. Entre esta estructura, hay dos hálitos que aparecen siempre; uno, expresado en forma de búsqueda de la felicidad (y no sólo de la fiesta), como un esfuerzo por abrir puertas en un desierto de crudeza. La otra, una lucha de tipo social, que abarca todos los ámbitos, incluso los más individuales, que trata de abrir espacios en una tradición absolutamente caciquil. La visión de Gran Vía de los años treinta nos da sensación de estar viendo hechos históricos, las revueltas de Cataluña, los gobiernos de finales del XIX... Más allá de la visión puramente fotográfica, nos parece asistir a otro tiempo. Especialmente frente a la foto de Encarnita Alcaraz, retratada por Díaz Casariego, semidesnuda y posando con una hélice de avioneta. ¡es el año 1925!


 Después, nos viene el presente, de golpe, con los colores y la rápida transición a una sociedad de éxito. Sin embargo, hay otra hálito todo el rato presente: el hálito de la autoridad. Y siempre doble; moral, encarnado por la Iglesia, cuyo máximo son estas dos fotografías que nos muestran la verdadera España,




y autoritaria, cuya máxima expresión es esta imagen, una obra maestra de los años cincuenta, tomada en la casa de campo.


En ella, el engranaje es total, los guardias que lo vigilan todo, la timidez en la mujer de la derecha, y dos formas de liberación: el enfrentamiento directo de la mujer, en posición firme, y la mujer en el columpio que va a hacer siempre lo que se le ponga en las narices (y con toda la razón). Al caminar entre estas salas pensaba, con cierta distancia, de manera muy intelectual, cuánto de todo esto explica la España de hoy, el cómo es posible que hoy pase todo lo que está pasando en España. Pero sentía que era una reflexión distante, racional. Hasta que esta mañana vi la portada del periódico. Gallardón aprueba la ley del aborto más retrógada de los últimos cuarenta años, se sitúa infinitamente detrás de Encarnita Alcaraz y de toda Europa, y nos permite ver con claridad que estas exposiciones no tienen sentido, que presente y pasado se imbrican hoy, en nuestra experiencia diaria, como en un cuento de Cortázar en el que el pasado es la sombra traicionera que nos quita toda la luz de la que este país se tendría que sentir, ya, orgulloso.



viernes, 20 de diciembre de 2013

INAUGURACIÓN DE LA GALERÍA INSECTARIO. 15 de Diciembre. Calle Duque de sesto, 3. 3º izda C.




 Ayer, Domingo 15 de Diciembre, quedó inaugurada la Galería Insectario con un homenaje precioso a una forma de mirar las cosas. No sólo a las cosas del mundo retratadas por la cámara, sino al espacio en el que esas miradas se dignifican, y a las personas que se sitúan en el lugar del ojo que ve, partícipes de  esa mirada. Insectario se abrió para empezar a andar, para ser espacio del que quiera habitarlo con sus propuestas; sin vetos que no sean los propios del trabajo de cada uno. La responsabilidad es que cada propuesta dignifique al espacio y sea dignificada por él. Una labor común de exigencia mutua; la del espacio y la del artista.



  
Tenemos que recuperar los rincones; nuestros rincones. En las visitas de ayer no hubo miradas condescendientes, sino el respeto a un trabajo y a un espacio en el que tratamos de cuidar todos los detalles que estuvieron en nuestra mano, y dentro del espacio y las posibilidades reales. Las autoridades no fueron las autoridades políticas ni sociales, sino las autoridades que nosotros mismos creamos; esas personas a las que nosotros respetamos por su forma de mirar y de pensar las cosas, esas personas que tratan a diario con la misma materia con la que nosotros trabajamos, con las ideas y las manos del arte, con las ideas y las manos del mundo que imaginan y que construyen.
                                   


 Porque el mundo no es una esfera que se ve desde fuera y desde lejos, sino que está en los rincones, escondido en él. Y porque transformar un rincón del mundo en un espacio tal y como nosotros queremos es transformar el mundo entero. Este Insectario de formas en las que la imaginación prima y completa, como en las magníficas fotografías de Cirilo Santiago, queda abierto y a vuestra disposición y colaboración. Ojalá entre todos le demos vida.





domingo, 1 de diciembre de 2013

CINCUENTA TACOS

  Medio siglo es medio siglo, se mire desde donde se mire. "Joven carroza" podríamos definir a quien lleva en su pasaporte biológico semejante acúmulo de días. Si bien Borges consideraría cumplir 50 años no más que un coqueteo con el sistema métrico decimal, quizá el maestro argentino esté cometiendo alguno de sus más grandes errores (no olvidar su foto con Pinochet y sus vómitos ante las palabras de Sábato) y cumplir 50 años se trate de un acontecimiento "conforme a la naturaleza", es decir, un hecho significante en sí, como los amaneceres, los crepúsculos, o las lunas llenas. Porque 50 años son 600 lunas llenas. Y eso es la hostia. Ni Mozart ni Schubert pudieron contar tantas, entretenidos en otras cosas (y no precisamente musicales). Por eso, quizá hoy, deberíais agradecer, vosotros, los afortunados,  vuestro medio siglo, sobre todos los hombres, a Pasteur. Y a los fisioterapeutas, que os mantienen aún con una cierta movilidad. Pero tratemos de indagar en ese medio siglo ateniéndonos a los hechos de la noche de ayer. Los pequeños gestos. Porque ponernos a hablar ahora de todo lo que pasó desde el 63... desde Amstrong a Fosbury y Beamon, pasando por la muerte de Franco, hasta la aparición del SIDA, los teléfonos móviles e internet, o sea, de lo impensable que vendría desde vuestros días de pañal... en fin, sobrepasaría las melancolías de los más sensibles. Así que vayamos a la noche de marras, en la ruidosa taberna irlandesa de la Calle Pradillo, en donde degustamos unas maravillosas berenjenas con salmorejo, más propias de Baeza, y hamburguesitas de sabe Dios dónde, riquísimas. Y un whiskey, un Jameson, riquísimo también, por cierto. Pues bueno, al grano, sin dilación. Las fotos tienen eso, no son motivo de recuerdo sólo, ni forma de documentación únicamente, sino un fiable instrumento de análisis del alma humana. A los humanos les gusta fijarse siempre en los ojos, en el rostro, en busca de la seguridad y la confianza, como si creyeran que es allí, en esa orografía, en donde pueden encontrar los peligros y los paraísos del otro. Sin embargo, es en el baile de las manos donde encontramos todos los cincuentas del mundo...


Fíjense, unas manos buscan apoyos mientras otras fingen ser columnas, unas se agarran a copas que quizás les abran caminos o quizá les lleven a la perdición, otras se cierran, protegiéndose, y otras, a un lado, no quieren revelar sus secretos. Una condensación sincrónica de los avatares de cincuenta años diacrónicos. Claro, que hay otra forma de ver las cosas. Los cincuenta, desde la adolescencia más pura, desde el descubrimiento, desde la vida sin filtro, no es más que un aburrido estanque en el que ya nada podría suceder. O al menos eso me parece leer en esa mirada.


Pero, claro, esa es sólo una forma más de ver las cosas. Porque hay cincuentas y cincuentas igual que hay miradas y miradas. Fíjense aquí en Tomás, en un estado de regresión evidente, o quizá sólo atacado por los espíritus que le poseen, tratando de negar el advenimiento de su edad.




Pero son disquisiciones, porque tener cincuenta es sólo una cuestión biológica que nada tiene que ver con actitudes vitales. "Es necesaria cierta locura para sobrevivir", me decía yo mismo en la intimidad de la alcoba una vez llegado a casa. A la Edad, como a la muerte, hay que mirarla de reojo, y supongo que no hay que ponerse muy de frente con los cincuenta, si quiere uno evitar disquisiciones innecesarias.


De reojo, eso es, mirar de reojo.

Porque si uno se pone a observarlo de verdad, con mirada estadística, al final los cincuenta no son más que un cinco y un cero, dichos con toda la alegría del mundo y se ponga Dios como se ponga.


 Aunque la mirada del Estadístico y la mirada del poeta son complementarias. Donde el Estadístico ve un cero, el poeta ve un sol y el infinito, el aro de la iluminación divina y el paisaje de todos los versos de Novalis. Donde el Estadístico ve un cinco el poeta ve una mano abierta; toda una vida, los picos del Universo, la pausa necesaria ante un acontecimiento trascendente y el instante previo a que algo a aprehender aparezca. Todos instantes de aconteceres y pensamientos reunidos a lo largo de medio siglo.
Además, bien es verdad que al decir simplemente "cincuenta" reducimos todo a nada, y algo de existencialismo debe de haber, también, para poder sobrevivir. Al menos algo. Si algo fue conmovedor en la fiesta fueron esas fotos de colegio en donde otro tiempo parecía asomar. El milagro, y eso es un milagro, el sueño de cualquier pensamiento de profesor medio cabrón, o hipersensible, sería ese de "a estos los querría ver yo dentro de cuarenta años". Pues aquí los tiene, sí señor, y ordenados como entonces;

                                                                        en varones



                                                                      y en hembras



Y, por supuesto, todos juntos, como corresponde a una sociedad que llegó a presumir de laicismo hace no muchos años, y que ahora aspira a regañadientes a conservarlo.



Qué sonrisa de placidez, la de algunos, mientras otros se esconden o se mueven para quedarse como en un lugar apoderado por el principio de indeterminación, o fíjense en esos dos que parecen crecer de lado. Qué estarán pensando. A qué retos mayores aspirarán. Al final, después de darle muchas vueltas a los gestos y a las miradas, a los milagros y a los laicismos, quizá debiéramos quedarnos con las palabras de Borges, porque esto de los cincuenta, se mire por donde se mire, es un lío, y aunque a algunos parezca alegrarles tanta especulación, lo mejor es seguir con lo de uno, antes de que alguien se aburra de darle vueltas al numerito, y no olvidarse de


rodearse de parejas coloridas





seguir viviendo en feliz matrimonio con la edad de uno, sea esta la que sea...


y echarse un baile (http://www.youtube.com/watch?v=mh7FXorDNSQ)
con "hace falta valor" para celebrarlo.

viernes, 15 de noviembre de 2013

OSCAR CURIESES Y AMC313. La casa encendida. 13 de Nov de 2013




 Oscar Curieses, Edith Alonso y Anthony Maubert improvisaron el miércoles 13 de Noviembre en la Biblioteca de la Casa Encendida sobre poemas de Oscar relacionados con reinterpretaciones de San Juan y de Machado, además de sobre otros poemas del libro “Hay una jaula en cada pájaro”. El concepto es un trío en el que la música electrónica se combina con la palabra en un formato basado en una improvisación simultánea, que no asume las estructuras improvisatorias clásicas de músicas declaradas como tales. De algún modo, los tres asumen una libertad en cuanto a las imágenes sonoras que van de lo visual a lo emocional o metafórico, sin abandonar ciertas actitudes que parecen trabajar sobre la idea de “paisaje sonoro”. La puesta en escena es sencilla, los “actores” pasan del escenario (al mismo nivel que el del público) a unas sillas (sobre las cuales cambian sus posiciones con una propuesta de igualdad estética) en las cuales cuentan y sobre las cuales son interpelados por el público, en una salida constante y en una ruptura de los espacios como roles que nos recuerda a las concepciones de Artaud. El debate es improvisado también, y vacila desde lo especulativo a lo emocional, de lo procesual-vital a lo fenomenológico de su propuesta. Más allá de la capacidad imaginativa de cada cuál, capaz de generar imágenes visuales o sonoras desde la escucha, son muchas más las preguntas que suscita que las respuestas que otorga, de manera que la puesta en escena parece devenir una especie de bosque lleno de riesgos estéticos. ¿Cómo sobrevivir con la sobreescritura de una improvisación simultánea que músicas como el jazz evitan de plano? Sin entrar a establecer un juicio de valor, sí se presenta como una zona de riesgo, en la que a veces el resultado parece resultar, y en otras da pie a una oscuridad no necesariamente brillante. ¿Cómo lidiar con la improvisación simultánea de materiales semánticamente disímiles? Es bien sabido que en la evolución de la relación sonido palabra (de la cuál el mejor análisis que ha llegado hasta mis manos es el texto de Neubauer publicado en España en el año 1992, “La emancipación de la música”) esa jerarquía de la palabra llegaba hasta el punto de los insultos de Goethe a Schubert por "ensuciar" sus poemas, y que no fue hasta bien entrado el s XIX cuando ambas se pusieron a una misma altura. Sin embargo, las estructuras no eran tan libres, y determinados órdenes, tanto en lo poético como en lo armónico, mantenían a la bestia controlada. No es la propuesta de Oscar y AMC313 acercar los tres elementos al ámbito meramente sonoro, sino, a mi parecer, mantener las características individuales de cada medio, establecer quimeras de diferentes materiales en las cuales la mezcla produzca aperturas. Si el espacio poético ansía estas puertas, o si las necesita para ampliar sus significados estéticos constituye una discusión dialéctica que gravita en las dos direcciones. Si la propuesta facilita o confunde, si amplía u obstaculiza, es una pregunta que el propio riesgo asume. El siglo XX es el siglo de las mixturas, de cotejar los umbrales hipotéticos de los medios, de hacerlos dialogar, de romper sus límites, de establecer nuevas relaciones. La experimentación sigue, añadiendo preguntas activas ante las cales cada uno es dueño de la posición que decide ocupar en busca del significado poético. Una gran velada. 

jueves, 7 de noviembre de 2013

MOLDEANDO VOLUNTADES



  En el año 1951, el gobierno de Estados Unidos subvencionó uno de los proyectos de investigación más controvertidos del siglo XX. Con el fin de utilizarlo para fines militares, encargó a un grupo de profesores universitarios, entre los que se encontraba el tristemente conocido Ewen Cameron, un estudio sobre los efectos del aislamiento sensorial y sus efectos sobre la voluntad. Querían modelar la voluntad de sus víctimas para sus propios beneficios. ¿Por qué quiero hablar de esto, aquí, hoy? Una de las cuestiones legalmente tipificadas y admitidas, no sólo por el código, sino por el sentir general de la opinión pública, es la idea de voluntad como entidad sacralizada, pura, definitiva. “Lo hizo porque quiso”, “lo hizo en contra de su propia voluntad”. Sin embargo, por lo que se deduce de estos estudios, la voluntad no es un estado de cosas puro, sino una criatura moldeable, incluso en adultos. A nivel filosófico esto nos plantea una pregunta fundamental: ¿podemos disminuir o incluso anular la responsabilidad de una decisión volitiva cuando esa voluntad ha sido “manipulada”? Si la respuesta, evidentemente, dista mucho de ser, de forma determinista, afirmativa o negativa, sí debe, en todo caso, formar parte de la ecuación evaluativa, tanto desde el sentido común, como desde el punto de vista legal. Es  más, me atrevería a afirmar que cualquier conducta dirigida a producir aislamiento sensorial (o social) debería ser tipificada, sea este aislamiento provocado para cualesquiera fin al que se destine. En el caso del ejército y sus fines militares, conseguir confesiones firmadas o incluso escritas de propia mano era uno de los objetivos primordiales. Desde aquellos años, el ejército de los Estados Unidos (como pionero), y muchos otros ejércitos internacionales, han utilizado estas técnicas. El caso paradigmático es el caso de los presos de Guantánamo, sometidos a un aislamiento cruento, sin haberse podido demostrar, en la mayoría de los casos (si no me falla la memoria sólo en tres casos) ninguna vinculación con hechos terroristas. Pero si traigo aquí la reflexión sobre estos procesos, es para ponerlos en relación con el caso Viseras. Uno de los mecanismos de control del entrenador Carballo era, como todo el mundo reconoce, incluso él, llamándolo “concentración”, el aislamiento, en este caso social. Se me podría objetar, y con razón, que desde el punto de vista científico, no podemos extrapolar los resultados de un estudio sobre el aislamiento sensorial a un caso de claro aislamiento social. Pero, ¿es posible disociar el aislamiento sensorial del social? ¿es la pérdida de la voluntad una consecuencia del aislamiento sensorial exclusivamente, o, más bien, de un aislamiento social, que es, en verdad, la consecuencia de aquel? No creo que haya ninguna duda sobre la estrecha vinculación de ambos mecanismos, indisociables. De manera intuitiva, el criminal los conoce a la perfección. Y para los defensores de las bendiciones infinitas a ilimitadas de la voluntad, quizá sería necesaria una reflexión mayor sobre los componentes que la moldean, para observar como pederastas y manipuladores de todo tipo (también políticos y económicos) hacen de nuestra voluntad un territorio propio, para luego dejar a nuestras espaldas una responsabilidad que ya, desgraciadamente para nosotros, no nos pertenece.  

sábado, 26 de octubre de 2013

HODOLOGÍAS. Sobradillo. Espacio vivido. Juanma González



No es difícil empezar a hablar de la propuesta de Juanma González. Pero quizá es conveniente empezar por el principio: Juanma se remite al proyecto de parcelación de las fincas de su pueblo, Sobradillo, y a las contradicciones humanas que esa parcelación produce: de una lado, la racionalización de la propiedad privada en unidades controladas y controlables, cuantificables. De otro, la arbitrariedad de estas líneas con respecto a las emociones y las líneas naturales de vivencia y trabajo.  ¿De dónde surgen las líneas divisorias? Del concepto de propiedad privada tal y cómo  empieza a entenderse en el siglo XVIII, sin duda. No de la idea de uso, sino de la idea de pertenencia. No de la idea de trabajo, sino de la idea de posesión. Las líneas naturales devienen líneas rectas. No hace falta más que mirar un mapa de África, o acercarse al problema de los indios norteamericanos, para darse cuenta de que el proceso de parcelación de Sobradillo responde al mismo modo de pensar. El registro y la notaría de los espacios nada tiene que ver con el trabajo, nada tiene que ver con la relación de los hombres con la tierra. ¿Dónde quedan nuestras emociones? Ninguneadas hasta el exterminio y humilladas en la mayoría de los casos. ¿Qué queda de nosotros en la tierra? Es ese el reclamo que parece pedir Juanma González. Una memoria que apela a una relación con el espacio y con la tierra en cuanto espacio vivido, tal y como él mismo apunta en sus antecedentes teóricos. Hace tiempo ya que pienso que las piedras en sí no son nada. Cuando digo piedras me refiero a monumentos, íconos, etc… La piedra en sí es la historia que vehícula. En uno de mis últimas entradas hablaba ya de eso, a mi paso por Dresde, en relación a la estación de Neustadt
 (http://www.pasape-cronicasviajeras.blogspot.com.es/2013/10/dresden.html) En la fotografía, el trabajo de Bleda y Rosa parece apelar a una idea muy similar. Las ciudades, como espacios habitados, no son lo que se ve, lo que se toca, sino cada una de las historias que esos espacios "memorizan". Nos hemos cansado ya de ver la imagen repetida del turismo, fotografiándose junto a los grandes monumentos. Una foto que indica “yo estuve allí”, una idea de viaje que empezó a diluirse ya a mediados del XIX, porque lo importante ya no es “yo estuve allí”, sino qué me pasó allí (en relación a esto acabo de escribir una entrada sobre mi experiencia berlinesa y la puerta de Bradenburgo. (http://www.pasape-cronicasviajeras.blogspot.com.es/2013/10/la-fotografia-es-una-criatura.html)) En esas fotos de los hombres junto a los lugares, sólo sentimos vacíos. El turismo es la vivencia del vacío. Del mismo modo que la compartimentación técnica. Decía Cartier: “No hay que ir a los lugares, hay que vivir en ellos”. Nuestros monumentos (nuestros espacios) no son los íconos de un espacio cualquiera, sino nuestros propios íconos. Son las historias que vivimos en cada uno de los lugares. Las piedras, en sí mismas,  no son nada. Pero si esa piedra me ha visto pasar, me ha escuchado, me ha sentido, entonces la puedo elevar a ícono propio. Puedo sacar su molde y hacerle un espacio sagrado en una sala, sólo para ella. Desde fuera, la piedra es ingenua. Pero si te transporta a la memoria que posiblemente guarda, de manera invisible, si tu imaginación te permite proyectarte, la piedra es potencia de todas las cosas. Y no sólo te permite una experiencia estética, personal, sino que te permite mantenerte alerta en cuanto a la forma en que las instituciones económicas, sociales y políticas conciben tu vida. En la forma en que esas mismas instituciones consideran tu espacio, y, por tanto, a ti mismo. Así, la piedra de Juanma funciona también como una alerta.   
 En los movimientos sociales de los últimos años, a saber, fundamentalmente el 15M, hemos observado una entrada de los espacios personales, un intento de politizar, en el mejor sentido, las emociones. Hace tiempo escribí un artículo llamado “El beso del 15 M” (http://odahirvanderlinde.blogspot.com.es/2011/07/el-beso-del-15-m.html), en el que consideraba ese como uno de las verdaderos puntos revolucionarios del 15M. Algo de eso emana de la piedra de Juanma. Algo verdadero de lo que el Arte conceptual de los últimos años andaba, y anda, escaso…

sábado, 28 de septiembre de 2013

Heimweg. Zhang Yimmou. 1999




 Macht es Sinn über einen Film schreiben, der vor 14 Jahren gedreht wurde? Auf diese Frage hat der Film selbst die richtige Antwort. Worüber spricht Yimmou in “Heimweg”? Durch die Erzählung, die Bilder selbst, und durch das Tempo des Filmes und des Lebens im Film spricht Yimmou über etwas Tiefes, nämlich “Worin besteht das Menschliche?”
 Die Erzählung ist ganz einfach: Ein junger Lehrer ist in ein kleines Dorf gegangen, um als Lehrer des Dorfes zu arbeiten. Es ist schon klar, sogar wenn Yimmou nicht sehr es betonen will, dass der junge Lehrer andere Ideen über Politik und Bildung hat, als die, die in der “Kulturellen Revolution” von Mao eingesetzt wurden. Die junge Yi ist auf den ersten Blick in ihn verliebt. Diese Liebe, die Liebe von Yi, ist geduldig. Es ist eine Liebe, die mit dem Tempo der Natur zu tun hat. Sie (die Liebe) ist weiss, gelb, grün und rot, wie die Farben des Tempos der Natur. Es ist eine Liebe, die nichts erwartet, die nur eine unterbrochene und stille Freude bringt, die immer in der Gegenwart ist. Wie die Bildung, an die der junge Lehrer glaubt. Die Bildung, die ganz tief in unserer Seele für immer bleibt. Diese Bildung ist keine technische Bildung, sondern eine menschliche Bildung. Es geht darum, wie man mit der Natur, mit den anderen, und mit sich selbst, in Gleichgewicht und Freude leben kann. Es geht um das, was im Leben wichtig ist (was bleibt), und was im Leben kurzlebig ist. Liebe und Bildung sind im Kern des Lebens, sogar wenn sie beide in einem kleinen Dorf stattfinden. Das Prestige, das Schnelle und das Laute interessiert das Ehepaar überhaupt nicht. Das interessiert Yimmou, als Regisseur, auch nicht. Diese Geschichte spricht darüber, wie wir leben, wie wir in Europa denken, wie unsere politische Entscheidungen unsere Welt verändert, wie wir und langsam von uns entfernen. Yimmou schafft etwas nicht Einfaches; er verzichtet auf Effekte und dramatische Szenen. Durch die Blicke, die Farben, das Tempo, die Details (z.B. wie Yi ein Taschentuch um einen Napf faltet) erzählt uns Yimmou über das Leben. Manchmal verlieren wir den Weg. Manchmal vergessen wir alles. Aber immer, immer, wenn wir gerade vor “Das rote Kornfeld”, “Rote Laterne”, “Keiner weniger”, “Under the Hawthorn Tree”, u.s.w  stehen, können wir fühlen, wie das echte Leben klopft.     

jueves, 25 de julio de 2013

¿DEBE PRESCRIBIR EL ABUSO SEXUAL INFANTIL?


¿Cuál es el factor determinante para considerar un delito preescrito? ¿Cuáles son los factores a tener en cuenta para una definición del código que lleve a, en caso de abusos sexuales infantiles, determinar la prescripción en “veinte años después de que la víctima alcanza la mayoría de edad? No conviene adoptar posiciones rígidas que nos lleven a la intolerancia; es necesario valorar muchas cosas para evitar el linchamiento colectivo como arma. Pero es necesario también conocer las consecuencias de los delitos. Y reflexionar, a la luz de los nuevos casos, en este caso tras la salida la luz de la denuncia de Gloria Viseras contra Jesús Carballo, ex seleccionador nacional de Gimnasia artística, no sólo para modificar cuestiones de código, sino para modificar actitudes, comportamientos, y contextos que faciliten delitos como este, en el que el aglutinante de poder, con cualesquiera objetivo (sea este el que sea) es caldo de cultivo de este tipo de abusos.
 Desde el punto de vista médico, los que trabajamos con pacientes aquejados de dolor crónico, o “patologías” funcionales (como síndrome de fatiga crónica, fibromialgia,  colón irritable, etc…) consideramos siempre en nuestro Assesment inicial la posibilidad de que el paciente haya sido sometido a tales abusos (más aún teniendo en cuenta, desde el punto de vista epidemiológico, la desgraciadamente alta incidencia). Según el Textbook of Pain, el 95% de los adultos que han sufrido abusos durante la infancia tienen una alta posibilidad de sufrir trastornos viscerales funcionales. Según diferentes artículos, de los cuales me remito a dos, como modelos, (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10641468
 aún habiendo todavía mucha discusión, la relación "abuso sexual infantil-dolor crónico" en la edad adulta es muy estrecho. La explicación nos la dan los conocimientos en neuroplasticidad: la llamada “sensibilización central” (Central Sensitization). Hoy sabemos que este tipo de traumas pueden ser (aunque no siempre lo son ni siempre llegan a producirse) el primer desencadenante de esta "sensibilización central", a través del llamado Stress postraumático. ¿Pero qué es la sensibilización central? La SC es un estado de alerta continua del sistema nervioso central, sistema que está, en realidad, sólo preparado para situaciones de alarma puntual (Sapolsky, 1994). Como consecuencia de este estado mantenido, el propio sistema nervioso da lugar a cambios tróficos y químicos que “sostienen” el estado de alarma, estado que produce dos consecuencias: la primera, una alta fatigabilidad, la segunda, un estado de exceso de sensibilidad (hiperexcitabilidad neurofisiológica), tanto física como psíquica, que va a hacer al Cerebro interpretar los estímulos como si fueran potencialmente dañinos, y, por tanto, considerar en su interpretación los estímulos normales como estímulos dolorosos. Esto puede llevar no sólo a situaciones de dolor crónico, sino que el mundo médico, entrenado en el modelo alopático, considere dañadas estructuras que no lo están, dando lugar a un hipermedicalización y a intervenciones quirúrgicas a todas luces innecesarias.
 En el Modelo del Organismo Maduro (Mature Organism Model) descrito por Louis Gifford en 1998, podemos ver como el organismo funciona como un centro de sampleo del exterior y del interior para establecer la mejor estrategia adaptativa al entorno (tanto exterior como interior). Las variables utilizadas en este sampleo incluyen no sólo la cultura, el pensamiento, y los estímulos sensiitivos y motrices, sino las experiencias personales, pasadas, propias y ajenas, y las experiencias emocionales; que son las que, obviamente pesan más en el modelo infantil. Una vez establecida la estrategia, el organismo se adapta para sobrevivir. ¿Pero es esta estrategia siempre exitosa? En absoluto. La plasticidad neuronal es, al mismo tiempo que la vía de curación, la base de los trastornos crónicos. En muchos de estos casos, la mayoría, la estrategia es "maladaptativa".  Quiere esto decir que la base del comportamiento biológico, psicológico, y social, será, en la mayor parte de los casos, en un niño que ha sufrido abusos, el de una mala adaptación a esos entornos. Desde el año 77, en que Engel definió su Byopsicosocial Model, en parte basándose en los descubrimientos de Melzack y Wall, que en el año 66 publicaron en la revista SciencePain Mechanisms; a New Science”, es imposible considerar estos espacios por separado. Nuestro Pedro Laín Entralgo abrazó desde sus comienzos el nuevo paradigma. Basándonos en él, no podemos considerar aislado ninguno de los acontecimientos bio, psico, o sociales,  en el itinerario vital (mucho más allá de los veinte años que siguen a la llegada a la mayoría de edad) de cualquier persona, ni sus influencias sobre ella en su totalidad. 
 La persona; ese centro de la monumental “República poética” de Robert Burton (http://odahirvanderlinde.blogspot.com.es/2011/07/robert-burton-una-republica-poetica-y.html) , que ya en el siglo XVI escribió :“vigilarán que ningún funcionario, bajo pretexto de autoridad, sea prepotente con sus inferiores y que como las bestias salvajes, ni oprima, domine, despelleje, muela, pisotee, sea parcial o corrupto” . Ese debe ser nuestro fin. Reflexionar para que esta nueva República a la que aspiramos gravite en torno a las personas, evite el abuso de ellas,  y no deje impune a los que por propia voluntad actúen contra ellas.



lunes, 22 de julio de 2013

GLORIA VISERAS: Una gesta olímpica.


 El deporte está plagado de gestas deportivas. Podría remitirme a ellas de memoria durante horas. Sin embargo, el deporte está plagado de, en comparación, pocas gestas que vayan "más allá" de lo deportivo. Pero es en ese espacio donde el deporte adquiere la magnitud a la que verdaderamente aspira. Ese espacio privativo en donde aparece su magia. Donde el juramento olímpico coquetea con algo llamado “verdad” y donde los anillos establecen sus vínculos. El deporte español escasea de dichas gestas. Quizá el esfuerzo solitario de los que llegaron desde la tierra yerma que había dejado la dictadura. Pero cuando algunas hierbas empezaron a crecer, aquí se pensó que vivíamos en las grandes praderas americanas. Y aunque vivamos esta aparente edad de oro del deporte español (quizá el final de una suerte de maravillosas individualidades) el deporte olímpico necesitaba, para aspirar a ese "más allá",  gestas como aquella de Fillol después de que Argentina ganara el Mundial del 78. Videla, que hizo desaparecer a toda una generación de argentinos, estrechaba uno por uno la mano a los vencedores. El último era el "Pato" Fillol; el guardameta. El que guardaba la puerta del Paraíso. Fillol le negó la mano a un Videla que había asesinado a miles de argentinos. Después de todos estos años, Fillol vive mucho más en mi memoria que los goles de Kempes. Hace unos meses, Gloria Viseras denunció a Jesús Carballo por abusos sexuales en la época en la que Fillol le negaba la mano a Videla. El silencio de todos estos años engrandece aún más su gesta. Porque un silencio tan grande sólo puede ser consecuencia de un dolor del mismo tamaño. Porque ha llevado su dolor en silencio todos estos años, y porque si el sueño olímpico (ese vertedero de lágrimas de emoción que hace uno en la imaginación mientras trabaja día a día hasta la extenuación) puede confundir a cualquiera, mucho más a una niña entregada a su sueño, ingenua quizá, y sin armas para comprender lo incomprensible. Su relato es de una verosimilitud aristotélica y admite pocas dudas para los que, de un modo u otro, tuvimos una vinculación con la gimnasia artística de aquellos años. Su silencio sólo demuestra que es difícil articular lo inefable, especialmente cuando el abuso de un pederasta hace a una niña confundir los valores, los conceptos, y las emociones más básicas; todos los elementos con las que deberá hacerse adulta. Gloria denunció a Carballo poco antes de terminar el año olímpico. Unos meses después ha dejado en evidencia la hipocresía de las instituciones deportivas de este país, y a la Federación de Gimnasia, sin duda responsables de algo mucho más grave; un silencio institucional en el momento de los hechos, cómplice de un interés más por los logros que por los medios, y de un silencio a día de hoy más fruto de una incapacidad que de una toma de partido. Las instituciones deportivas no sólo abandonan a las personas que habitan en el interior de sus deportistas una vez utilizados para la bandera que portan, sino que funcionan con el mismo esquema de autoridad-abuso de poder de cualquiera de nuestras otras instituciones; políticas, sociales, y financieras. Contra todo eso grita Gloria Viseras. Tan alta es la bandera y la aspiración que enarbola. El deporte de hoy luce en gran parte por la conciencia colectiva sembrada poco a poco en la época de la tierra yerma (especialmente en los deportes que no eran de masas) por algunos deportistas como Gloria, que iniciaron nuestro olimpismo moderno. A día de hoy, el deporte español debería sentirse orgulloso de deportistas como ella, no sólo por sus participaciones olímpicas, sino porque siguen aspirando a ese espacio que va más allá del deporte en sí; a ese sueño olímpico y a los valores humanos que lleva; un mundo en el que soñar de verdad en noches de calma, un mundo en el que la victoria esté más allá del otro, un mundo en el que haya desaparecido la inmundicia que lo contamina. Como Fillol, Gloria le ha negado la mano al Diablo de la mentira. Ha defendido la puerta del Paraíso, la puerta de la verdad. Y, pase lo que pase, pueda o no la Justicia hacerse digna frente a sí misma, queda ya, para siempre, en el olimpo de la memoria. Porque esa es la única y verdadera Gloria olímpica, la que uno se gana frente a sí mismo para el bien de todos. Gracias y enhorabuena, Gloria. Un diez. 

domingo, 5 de mayo de 2013

TEATRO BREVE Y A TIEMPO. ETS Arquitectura





 Hay varias razones por las que me apetece hablar de esta puesta en escena, que constó de dos textos encadenados; “Encantado de no conocerle”, de Getsemany Valenzuela, y “Lo bueno de las flores que se marchitan pronto”, de José Sanchís Sanisterra. El grupo “Caín” ha sido capaz, en esta obra, en primer lugar, de llevar a la escena (y fuera de ella), una idea del teatro como representación total, en segundo, de establecer vasos comunicantes entre dos textos diferentes, y en tercero, de mantener esa filtración, casi como isotopía, entre el escenario y el afuera, y entre el interior de la escena y el exterior de la escena. La idea de representación total, que ha sido anhelo no sólo de dramaturgos, sino de pintores y músicos sobre todo durante el expresionismo y en la época de vanguardias, fue llevada a cabo con una sencilla escenografía que marcaba, como si fuera una intervención en el espacio arquitectónico, las líneas que conducían a la taquilla, y al escenario. Esa línea, metaforizada en un concepto filosófico de falta de autenticidad individual, acababa convirtiéndose en el eje de la puesta en escena de la obra de José Sanchís, mucho después de que los espectadores hubieran de permanecer a la espera, de forma premeditada, guardando cola en la más estricta de las linealidades. La “butacalización”, acto por el cuál cada uno ocupa su butaca, se hizo como parte de la actuación, y la “desbutacalización” siguió el mismo procedimiento. Para que el segundo de los puntos, la comunicación entre textos, fuera posible, los participantes del segundo texto aparecían, como en una foto, observando la primera escena. Uno de los personajes de esta salía del escenario, abriendo el espacio hacia el exterior, mientras que la segunda se ponía a la cola en la segunda de las escenas. La solución de continuidad, el cisma, quedaba resuelto sin renunciar al “afuera”. Una maniobra mágica. Para que el vaso comunicante “filtrara” hacia el público, se establecieron distintos planos de trabajo; en primer lugar, el ya mencionado del público como parte de la escena, en la entrada y en la salida, en segundo, la salida de los actores hacia el espacio del espectador, con los cuales se mezclaban una vez abandonada la escena, y, por último, la ya mencionada interacción experimental, basada en una identificación múltiple basada en los significados metafóricos del concepto “línea”. Para conseguir sus objetivos, el grupo renunció a establecer el nombre de los textos y a sus autores en los carteles de anuncio, democratizando la acción en cada uno de sus rincones, liberó a la escena de todo artificio, y, con una sencillo banco, una línea, y una penumbra, se dedicó a ofrecernos Teatro con mayúsculas bajo el prisma de esa idea de Nabokov: “En los detalles es en donde germina y vive el verdadero hecho estético”.     

lunes, 14 de enero de 2013

"Yerma" de Lorca y el "Banquete" de Platón. (CDN María Guerrero)


  Leo “el Banquete” de Platón en busca de algunas ideas sobre el Amor que espero encontrar más en el discurso de Aristófanes que en el de Agatón o del propio Sócrates. Me sorprende Pausanias, con su “no hay Afrodita sin eros”, frase de la que podría hablar horas, pero llego a la idea de Aristófanes (del Aristófanes de Platón, claro) que busco: “Eros es el nombre para el deseo y persecución de esa integridad” (que es “llegar a ser uno solo de dos”). Aunque lo busco por otras razones, la formalización del texto en Platón responde (casi) siempre a una construcción dual, en la que ese “uno doble” es filosófico y es poético. Como en “Yerma”, donde Lorca es teatral y en momentos de una dulzura poética que nos amaina. En ambos, en Platón y en Lorca, se produce el mismo juego; es Eros, el amor, una excusa, para hablar, en el primero, de virtud y de justicia, en el segundo, de ese enorme tema lorquiano que es el honor. En Platón, según Aristófanes, eros es el deseo, en Lorca, Yerma desea un hijo. ¿Es sólo una pulsión, o representa algo más? En la concepción patriarcal del mundo, un hijo representa el cumplimiento de un deber, de un destino, de un rol, de una femineidad fértil; es, en suma, el cumplimiento de la institución social primera, el matrimonio. ¿Y qué espacio le queda al amor al eros, al deseo de un ideal que es en suma un ideal de bien? Si Yerma es yerma por culpa suya o de Juan, nos es indiferente, pero que Yerma mate a Juan no lo es. ¿Qué representa, esa muerte, para Yerma? Juan es un opresor literal, un vector inocente; un hombre, pero es, a la vez, la esperanza del cumplimiento de su femineidad, la esperanza de dar a luz un hombre nuevo que es en realidad la continuidad de uno viejo; un niño nacido en un espacio cerrado, la casa, donde apenas palpita el aire (que es, en realidad, metáfora de libertad). Pero Juan representa también un compromiso con todas las leyes sociales reinantes; es un compromiso con el honor, con la sumisión, con el encierro. En ellas, Yerma desaparece. No tiene voluntad, no tiene voz. Matando a Juan, mueren todas de golpe, las leyes, las esperanzas, y el opresor inocente (víctima a su vez de una opresora aún mayor; la pobreza). De repente, Yerma se ve sola, y libre. Aunque la tragedia es doble, tanto para la víctima como para el verdugo, esta escena crea todas las condiciones de posibilidad para el nacimiento de un hombre nuevo, de un hombre-niño con voz. Y no sólo eso, crea las condiciones para el nacimiento de una cosa llamada amor, que era, en Platón, ya dije, deseo de una integridad que no es sólo entre hombre y mujer, sino que es una integridad social; de bien y justicia. El cordel que mata a Juan es como el portazo de Nora; un principio. Es la verdadera fecundidad. De eso nada parece decir Platón.
   Por la tarde nos acercamos al María Guerrero a ver la representación de “Yerma”. Y allí donde aparecen sutilezas textuales, deja el director vía libre a la sobreinterpretación. Y allí donde aparecen símbolos y metáforas, se conforma el director con un texto leído de forma literal, casi sin fondo. Me quedo con el teatro de mi imaginación.

sábado, 12 de enero de 2013

SORGO ROJO. Zhang Yimmou.


En estos días de Enero aprovecho para que el Cine me devuelva la vida que roba el frío. “Sorgo rojo” brilla sobre todos los demás títulos. No quisiera hablar mucho de cine, ni entrar a detallar las escenas, ni hacer una crítica del guión. Pero siento, cuando “leo” las películas de Yimmou, que contar historias es mucho más que un guión perfecto. En esa escena primera, prodigiosa, en la que los porteadores bailan con la joven en el palanquín a cuestas está todo; esa fiesta, esa alegría (o esa crudeza, quién sabe si más crudeza que todas las demás cosas) son la consecuencia de una cultura y de una experiencia que va más allá del guión; está en la tierra, en el rostro, y en el cuerpo. Que “Sorgo rojo” denuncia a los “japos” es una evidencia, pero más allá de eso apela a un paisaje, a un vino, a un color, a una forma de salir y ponerse el sol, a una forma de expresar la existencia y la supervivencia; a una verdad propia que está en el espacio de lo irracional, en la médula misma de esa parte de China, que es, de alguna manera, una parte de Yimmou. Esa apelación del cine de Yimmou resuena con una forma de vida; es como si nos pidiera una vinculación real con lo nuestro, que nos pidiera que formáramos parte del paisaje, que nos confundiéramos con la tierra. De algún modo, es una llamada a esa “realidad continua” de la que hablábamos los días anteriores. En cada película de Yimmou hay algo de eso. Incluso en el “tempo” de su cine, Yimmou vive. “Linterna roja” es así, “Ni uno menos” también, “Hero”, e incluso su último “Amor bajo el espino blanco”, en el que sentimos el latido del adiós a través de una imagen sin palabras en la que el agua se interpone y se despide para siempre, también. En España, confundidos por nacionalismos y antinacionalismos, por federalismos y caracteres nacionales de derechas, existe una turbulenta manifestación hacia lo propio; una, orgullosa y soberbia, otra, pudorosa y “rechazosa”. En ninguna de las cosas de la bandera se haya eso que canta Yimmou, pero sí en la niebla de la mañana, en el color de los cielos matutinos, en el crujido del saltamontes en verano, y en el sabor del madroño y del aceite. Con eso, con ese olivo que acaricia el horizonte o con el mar bravo, es con lo que nos hacemos a nosotros mismos; en lo que nos definimos peninsulares y desde donde nos sorprendemos por lo transnacional, por lo nuevo, por lo otro. Más allá de eso, sin negar la justicia verdadera e imperecedera, sólo vive el rencor. 

domingo, 6 de enero de 2013

CODIGO 46, Michael Winterbottom. (2003)


Dicen que han venido los Reyes Magos. Aprovechamos un día como ese para ver Código 46; y la metáfora de la película nos abruma, no hablándonos de historias lejanas en escenarios exóticos, sino hablándonos de nuestra realidad misma. A María Zambrano le parecía que había que recuperar la metáfora como forma de pensamiento, como modo de hacer filosofía. Infinita sabiduría la de la metáfora. Por supuesto, la Zambrano tenía el bebedizo mágico en la Grecia de Pericles y “periPericles”; esa era la forma de hacer de Platón. Me pregunto qué metáfora traen los Reyes Magos y doy brazadas como las del Leandro griego, casi al aire. Pero, con el frío, viene la claridad; ante un niño pobre, nacido en un pesebre, traen los Reyes, que en ningún sitio dice que fueran Reyes (Rey quizá como metáfora de sabiduría, del que sabe ver, del que hace el viaje hacia el centro mismo de las cosas), de todos lados, no otra cosa que adoración. De los regalos, sólo materias primas, oro, incienso, mirra. ¿Adónde ha ido la metáfora hoy? Los regalos, hoy, sólo llegan a aquellos con posibilidades, y no les adoran sino les aturullan con paquetes en los que mayormente no hay ni una sola materia prima: sólo productos finales, no materiales con los que crear. Es más difícil matar una metáfora que una realidad, pero este año me pido que no me traigan nada. Y me lo conceden. No resulta casual la “lectura” de “Código 46”. En ella, aunque el principio parece imitar una realidad similar a la nuestra, creo que con toda intención, existen, en la práctica, dos espacios: un “dentro” y un “afuera”. El afuera no interesa, son los desheredados, en ella, todo es posible, porque no pone en peligro la realidad verdadera del “adentro”. Pero en el adentro, a través de virus se controlan los pensamientos ajenos, a través de coberturas se permite la movilidad, y mediante sencillas operaciones se borran las memorias ( recuerdos y experiencias) específicas que pueden alterar el funcionamiento del sistema. Es una versión avanzada y mucho más genetizada, del mundo feliz de Huxley. En él, las emociones y los recuerdos deben ser controlados al máximo. Pero no es Ciencia ficción; si somos capaces de aceptarlo, en nuestro mundo existen todas esa metáforas, y, en cierta forma, en nuestra mano está el grado que acaben por alcanzar.   

martes, 1 de enero de 2013

La Vallecana San Silvestre despide los años con la alegría que necesitan las despedidas y la firmeza con la que debe ser construida esa alegría. En la cola de los treintaytantos mil corredores, Elena, Miguel, y yo nos disfrazamos con nuestras mejores galas y no dejamos de festejar que se va el 2012 mediante una actividad colectiva, y sin perder el rictus que te dan unas gafas verdes, una pajarita roja, una camisa de rayas de colores y un gorrito lapón, al grito de “Sanidad, pública”. La vallecana fue una de las pocas alegrías de Vallecas en los años más duros del “caballo”, y, habiéndose mercantilizado hoy al son de Nike, abandonado en parte su carácter “popular”, apela a sus raíces en el cántico social y en el disfraz que los ortodoxos llaman “piratas”. Recuerdo aún el año en el que, en Canillejas, Benítez tumbó a McLeod. No fue Benítez un héroe, claro, pero el grito de los atletas en la meta, aquel “popular, popular, popular”, dicho con verdadero enfado, me impresionaron, en aquel año 84. Ahora ya no se sueña con careras populares, ahora se sueña con recuperar algo que es de todos y para todos: el derecho a una sanidad y una educación gratuita y de calidad como único medio capaz de garantizar una cierta igualdad de oportunidades.
 Antes de medianoche, empiezo con los papis una última partida de “Pocha”. La interrumpimos cinco minutos antes de la medianoche, para escuchar patochadas a Imanol Arias y las doce campanadas. Después seguimos jugando como sin querer que el mundo dirija nuestros pasos, manteniendo una “nuestra” realidad continua, de la que quizá hable mañana.