martes, 20 de octubre de 2009

Orquesta del siglo XVIII

ORQUESTA DEL SIGLO XVIII. Amsterdam. Muziekgebouw. 10 Okt 2009
Le voy cogiendo cariño a Franz Brüggen, vaya eso por delante. Me encantó la sala del Muziekgebouw, vaya también por delante. No había estado nunca, y la verdad, estaba loco por venir aquí. La primera parte, fabricada con Sinfonías de Cantatas de Bach me hizo, sin embargo, plantearme algunas preguntas. El sonido era lindo, la afinación, hasta donde llega mi capacidad para su juicio, también, el equilibrio, ideal. Sin embargo, en lo no visible, en ese mundo de ideas previo a cualquier planteamiento de trabajo intuí una falacia. En el respeto, la imaginación del XVII, la admiración hacia Bach, en su veneración, en el sentido religioso que imaginamos que utilizaba para dotarlo todo, y hasta en una cierta sacralidad en la que él es, ahora, el Dios, atisbo la trampa. La liturgia, la celebración de Dios es y ha sido, en nuestro tiempo, uno de los acontecimientos más aburridos que recuerdo, por repetitivo y lánguido. Pero no siempre ni en todos los lares debió ser así. La celebración litúrgica negra, de la que salió el Gospel, y seguramente el Blues, era una fiesta. ¿Qué tipo de Dios tenemos o en qué tipo de Dios creemos, si nuestra ofrenda no es sino la languidez supina? Eso escuché en las Cantatas. Gente que toca bien pero se aburre, que ha decidido, en su mundo civilizado, radicar la esencia musical en el sonido, en la afinación, en el equilibrio, a lo mejor hasta en el concepto, pero que ha renunciado a la vida, no por decisión propia, sino porque, probablemente, esto esté implícito en una serie de leyes anteriores al propio pensamiento, en función de las cuales este pensamiento se produce, y que son, al mismo tiempo impensables por este. Algo que, sólo desde la lejanía, de la distancia, se escucha.
Por suerte luego vino Mendelsohn. Y eso ya fue otro cantar.

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