sábado, 12 de febrero de 2011

PHOTO-ROMANCE. BEIRUT. 11 de febrero. Sala Cuarta pared

Teatro libanés.

 La sala Cuarta parde programó para el día 11 de Febrero una obra libanesa: la historia del encuentro de alguien que quiere vender un guión, y su censor. En realidad, la intención de la vendedora del guión es vender una obra nueva como si fuera un “remake” de una obra de Ettore Scola, y justificar muchos elementos utilizados por la postmodernidad (falta de actores, ruptura de la linealidad en lo interiormente narrativo, no en lo discursivo, presencia de varios finales, elementos simbólicos, ruptura de los espacios real-ficción, etc…) desde la ironía de la falta de medios o del despiste o la falta de rigor, más que como planteamiento estético. Al final, la historia es un marco para contar una historia interior a través de la fotonarración; que es en realidad un planteamiento que, fuera del marco de la historia, es realmente “un planteamiento”.  Por supuesto, todo el tratamiento irónico es autoirónico, porque, en realidad, los dos personajes del marco son los dos personajes creadores, actores, y a la vez los personajes del interior de la historia contada, de la fotohistoria. Una especie de “Meninas” en las que el pintor es a la vez pintor, rey, y espectador.  Este es el marco del marco; un trabajo serio que a la vez es irónico, y en el que no falta la parte divertida. Es una obra ligera, fresca, en la que hay una cierta idea de Arte como “bluf”, una burla de las posturitas estéticas con respecto a la creación. Una de las ideas sobre la creación artística, basada en la de hacer un remake, es la idea del Eclesiastés: “No hay nada nuevo debajo del sol, dijo el predicador”, que en el arte moderno está formalizado por ese “todos somos Homero” del Borges de “el inmortal”. La protagonista dice, al ser apelada por el censor diciendo que esa obra no es un remake sino una obra totalmente nueva: “No hay obras totalmente nuevas, todas las obras son de alguna forma un remake”.
  Pero ¿qué nos dice la historia interior, la que se intenta colar al censor? Es una historia del Líbano, de los “dos líbanos” separados por una línea, por un espacio. Los conservadores, y los radicales. ¿Pero hace la obra un planteamiento histórico o va más allá? Sin duda, va más allá. Los personajes, los dos personajes de nuestra historia no participan de los dos líbanos. Son individuos ajenos a los movimientos de masas. La dicotomía de la obra es más profunda, no es una dicotomía entre dos líbanos, sino entre la individualidad y el movimiento global, colectivo. ¿Cuál es el espacio del individuo en la alternancia de sólo dos opciones? Es la misma pregunta que se debería plantear en Estados Unidos, en Cuba, en España… ¿Cuánto espacio queda para el individuo en las ideas fijas, masificadas? ¿Debe vivir ese individuo sincero y propio, ajeno a todo, alienado de su entorno? Recuerdo, como siempre, que ese planteamiento ya aparecía en Alemania, en la filosofía y en la poesía, cuando aquellos “artistas” (los protagonistas de los poemas, en realidad hombres) huían de las ciudades, enfermos, y se adentraban en bosques habitados por brujas, locuras y muertes. Schubert lo escenificó como nadie (con textos de Eichendorf) en los Liederkreis op.39. Pero, alrededor, subyace la idea de Herder, ese yo comunitario unido por el idioma, y los acontecimientos que sucedieron después, ese yo-masa al que nadie pudo parar hasta que ya era demasiado tarde. El planteamiento individuo-masa no es nuevo, pero debe ser recordado. Y si es así, con la frescura de una obra así, mejor que mejor. Sobresaliente.

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