Oscar Curieses, Edith Alonso y Anthony Maubert improvisaron el miércoles 13 de Noviembre
en la Biblioteca de la Casa Encendida sobre poemas de Oscar relacionados con
reinterpretaciones de San Juan y de Machado, además de sobre otros poemas del
libro “Hay una jaula en cada pájaro”. El concepto es un trío en el que la
música electrónica se combina con la palabra en un formato basado en una
improvisación simultánea, que no asume las estructuras improvisatorias clásicas
de músicas declaradas como tales. De algún modo, los tres asumen una libertad
en cuanto a las imágenes sonoras que van de lo visual a lo emocional o
metafórico, sin abandonar ciertas actitudes que parecen trabajar sobre la idea
de “paisaje sonoro”. La puesta en escena es sencilla, los “actores” pasan del
escenario (al mismo nivel que el del público) a unas sillas (sobre las cuales
cambian sus posiciones con una propuesta de igualdad estética) en las cuales cuentan y
sobre las cuales son interpelados por el público, en una salida constante y en
una ruptura de los espacios como roles que nos recuerda a las
concepciones de Artaud. El debate es improvisado también, y vacila desde lo
especulativo a lo emocional, de lo procesual-vital a lo fenomenológico de su
propuesta. Más allá de la capacidad imaginativa de cada cuál, capaz de generar
imágenes visuales o sonoras desde la escucha, son muchas más las preguntas que
suscita que las respuestas que otorga, de manera que la puesta en escena parece
devenir una especie de bosque lleno de riesgos estéticos. ¿Cómo sobrevivir con
la sobreescritura de una improvisación simultánea que músicas como el jazz
evitan de plano? Sin entrar a establecer un juicio de valor, sí se presenta como
una zona de riesgo, en la que a veces el resultado parece resultar, y en otras
da pie a una oscuridad no necesariamente brillante. ¿Cómo lidiar con la
improvisación simultánea de materiales semánticamente disímiles? Es bien sabido
que en la evolución de la relación sonido palabra (de la cuál el mejor análisis
que ha llegado hasta mis manos es el texto de Neubauer publicado en España en
el año 1992, “La emancipación de la música”) esa jerarquía de la palabra
llegaba hasta el punto de los insultos de Goethe a Schubert por "ensuciar" sus
poemas, y que no fue hasta bien entrado el s XIX cuando ambas se pusieron a una
misma altura. Sin embargo, las estructuras no eran tan libres, y determinados
órdenes, tanto en lo poético como en lo armónico, mantenían a la bestia
controlada. No es la propuesta de Oscar y AMC313 acercar los tres elementos al
ámbito meramente sonoro, sino, a mi parecer, mantener las características individuales de cada
medio, establecer quimeras de diferentes materiales en las cuales la mezcla
produzca aperturas. Si el espacio poético ansía estas puertas, o si las necesita
para ampliar sus significados estéticos constituye una discusión dialéctica que
gravita en las dos direcciones. Si la propuesta facilita o confunde, si amplía
u obstaculiza, es una pregunta que el propio riesgo asume. El
siglo XX es el siglo de las mixturas, de cotejar los umbrales hipotéticos de
los medios, de hacerlos dialogar, de romper sus límites, de establecer nuevas
relaciones. La experimentación sigue, añadiendo preguntas activas ante las cales
cada uno es dueño de la posición que decide ocupar en busca del significado poético. Una gran velada.
viernes, 15 de noviembre de 2013
jueves, 7 de noviembre de 2013
MOLDEANDO VOLUNTADES
En el año 1951, el gobierno de Estados Unidos subvencionó
uno de los proyectos de investigación más controvertidos del siglo XX. Con el
fin de utilizarlo para fines militares, encargó a un grupo de profesores
universitarios, entre los que se encontraba el tristemente conocido Ewen
Cameron, un estudio sobre los efectos del aislamiento sensorial y sus efectos
sobre la voluntad. Querían modelar la voluntad de sus víctimas para sus propios
beneficios. ¿Por qué quiero hablar de esto, aquí, hoy? Una de las cuestiones
legalmente tipificadas y admitidas, no sólo por el código, sino por el sentir
general de la opinión pública, es la idea de voluntad como entidad sacralizada,
pura, definitiva. “Lo hizo porque quiso”, “lo hizo en contra de su propia
voluntad”. Sin embargo, por lo que se deduce de estos estudios, la voluntad no
es un estado de cosas puro, sino una criatura moldeable, incluso en adultos. A
nivel filosófico esto nos plantea una pregunta fundamental: ¿podemos disminuir
o incluso anular la responsabilidad de una decisión volitiva cuando esa
voluntad ha sido “manipulada”? Si la respuesta, evidentemente, dista mucho de
ser, de forma determinista, afirmativa o negativa, sí debe, en todo caso,
formar parte de la ecuación evaluativa, tanto desde el sentido común, como
desde el punto de vista legal. Es
más, me atrevería a afirmar que cualquier conducta dirigida a producir
aislamiento sensorial (o social) debería ser tipificada, sea este aislamiento
provocado para cualesquiera fin al que se destine. En el caso del ejército y
sus fines militares, conseguir confesiones firmadas o incluso escritas de
propia mano era uno de los objetivos primordiales. Desde aquellos años, el
ejército de los Estados Unidos (como pionero), y muchos otros ejércitos
internacionales, han utilizado estas técnicas. El caso paradigmático es el caso
de los presos de Guantánamo, sometidos a un aislamiento cruento, sin haberse
podido demostrar, en la mayoría de los casos (si no me falla la memoria sólo en
tres casos) ninguna vinculación con hechos terroristas. Pero si traigo aquí la
reflexión sobre estos procesos, es para ponerlos en relación con el caso
Viseras. Uno de los mecanismos de control del entrenador Carballo era, como
todo el mundo reconoce, incluso él, llamándolo “concentración”, el aislamiento,
en este caso social. Se me podría objetar, y con razón, que desde el punto de
vista científico, no podemos extrapolar los resultados de un estudio sobre el
aislamiento sensorial a un caso de claro aislamiento social. Pero, ¿es posible
disociar el aislamiento sensorial del social? ¿es la pérdida de la voluntad una
consecuencia del aislamiento sensorial exclusivamente, o, más bien, de un
aislamiento social, que es, en verdad, la consecuencia de aquel? No creo que
haya ninguna duda sobre la estrecha vinculación de ambos mecanismos,
indisociables. De manera intuitiva, el criminal los conoce a la perfección. Y
para los defensores de las bendiciones infinitas a ilimitadas de la voluntad,
quizá sería necesaria una reflexión mayor sobre los componentes que la moldean,
para observar como pederastas y manipuladores de todo tipo (también políticos y
económicos) hacen de nuestra voluntad un territorio propio, para luego dejar a
nuestras espaldas una responsabilidad que ya, desgraciadamente para nosotros,
no nos pertenece.
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