martes, 30 de noviembre de 2010

MADE IN USA

Llevo (o me llevan, más bien) a mis sobrinas, y a Memé y a Numa, a la fundación Mapfre a la exposición Made in Usa; una antología de arte americano, o más bien sobre América, bajo la visión de cómo evoluciona la ciudad hasta convertirse en lo que es hoy, o a lo que hoy llamamos, "ciudad moderna". La maestra de ceremonias dirige a los niños con soberbia sabiduría hacia el reconocimiento de los símbolos de la ciudad "antigua" y hacia el reconocimiento de los nuevos. En el proceso, que los niños hacen con facilidad, se les forma en su capacidad de interpretar, de ver más allá de lo evidente, de lo obvio. Hacen sin querer el proceso de pensar la pintura. Mi emoción por la forma en la que ese proceso, aparentemente complejo, se convierte en algo infantil, se mezcla con la inquietud de una pregunta que no consigo responderme a mi mismo. ¿Cuál son en verdad, más allá de los caleidoscopios costumbristas, las razones que hacen de las ciudades "ciudades modernas"? Al principio no encuentro la línea; cuando me acerco veo a Oliver Twist y a esa Inglaterra del XIX como gran precursor de América, veo como se aglutina mano de obra en pos de un proceso industrial, de un proceso productivo destinado a ser rápidamente devorado. Y veo a la mano invisible haciendo el gran Lego, acumulando gente en las proximidades para sus fines, dejándoles moverse en coches y acudir a los cabarets, abandonándoles a su propio ruido y a sus propios sueños, dentro de las normas del Lego. Mientras la mano se retira lejos del mundanal ruido, los hombres creen que viven el sueño de la modernidad. En ese laberinto en el que cada uno "keeps his nose", veo como en sombras el rostro de mi sobrina Lucía, apostada sobre su cuadro, como única salvación.

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