domingo, 6 de enero de 2013

CODIGO 46, Michael Winterbottom. (2003)


Dicen que han venido los Reyes Magos. Aprovechamos un día como ese para ver Código 46; y la metáfora de la película nos abruma, no hablándonos de historias lejanas en escenarios exóticos, sino hablándonos de nuestra realidad misma. A María Zambrano le parecía que había que recuperar la metáfora como forma de pensamiento, como modo de hacer filosofía. Infinita sabiduría la de la metáfora. Por supuesto, la Zambrano tenía el bebedizo mágico en la Grecia de Pericles y “periPericles”; esa era la forma de hacer de Platón. Me pregunto qué metáfora traen los Reyes Magos y doy brazadas como las del Leandro griego, casi al aire. Pero, con el frío, viene la claridad; ante un niño pobre, nacido en un pesebre, traen los Reyes, que en ningún sitio dice que fueran Reyes (Rey quizá como metáfora de sabiduría, del que sabe ver, del que hace el viaje hacia el centro mismo de las cosas), de todos lados, no otra cosa que adoración. De los regalos, sólo materias primas, oro, incienso, mirra. ¿Adónde ha ido la metáfora hoy? Los regalos, hoy, sólo llegan a aquellos con posibilidades, y no les adoran sino les aturullan con paquetes en los que mayormente no hay ni una sola materia prima: sólo productos finales, no materiales con los que crear. Es más difícil matar una metáfora que una realidad, pero este año me pido que no me traigan nada. Y me lo conceden. No resulta casual la “lectura” de “Código 46”. En ella, aunque el principio parece imitar una realidad similar a la nuestra, creo que con toda intención, existen, en la práctica, dos espacios: un “dentro” y un “afuera”. El afuera no interesa, son los desheredados, en ella, todo es posible, porque no pone en peligro la realidad verdadera del “adentro”. Pero en el adentro, a través de virus se controlan los pensamientos ajenos, a través de coberturas se permite la movilidad, y mediante sencillas operaciones se borran las memorias ( recuerdos y experiencias) específicas que pueden alterar el funcionamiento del sistema. Es una versión avanzada y mucho más genetizada, del mundo feliz de Huxley. En él, las emociones y los recuerdos deben ser controlados al máximo. Pero no es Ciencia ficción; si somos capaces de aceptarlo, en nuestro mundo existen todas esa metáforas, y, en cierta forma, en nuestra mano está el grado que acaben por alcanzar.   

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