lunes, 22 de julio de 2013

GLORIA VISERAS: Una gesta olímpica.


 El deporte está plagado de gestas deportivas. Podría remitirme a ellas de memoria durante horas. Sin embargo, el deporte está plagado de, en comparación, pocas gestas que vayan "más allá" de lo deportivo. Pero es en ese espacio donde el deporte adquiere la magnitud a la que verdaderamente aspira. Ese espacio privativo en donde aparece su magia. Donde el juramento olímpico coquetea con algo llamado “verdad” y donde los anillos establecen sus vínculos. El deporte español escasea de dichas gestas. Quizá el esfuerzo solitario de los que llegaron desde la tierra yerma que había dejado la dictadura. Pero cuando algunas hierbas empezaron a crecer, aquí se pensó que vivíamos en las grandes praderas americanas. Y aunque vivamos esta aparente edad de oro del deporte español (quizá el final de una suerte de maravillosas individualidades) el deporte olímpico necesitaba, para aspirar a ese "más allá",  gestas como aquella de Fillol después de que Argentina ganara el Mundial del 78. Videla, que hizo desaparecer a toda una generación de argentinos, estrechaba uno por uno la mano a los vencedores. El último era el "Pato" Fillol; el guardameta. El que guardaba la puerta del Paraíso. Fillol le negó la mano a un Videla que había asesinado a miles de argentinos. Después de todos estos años, Fillol vive mucho más en mi memoria que los goles de Kempes. Hace unos meses, Gloria Viseras denunció a Jesús Carballo por abusos sexuales en la época en la que Fillol le negaba la mano a Videla. El silencio de todos estos años engrandece aún más su gesta. Porque un silencio tan grande sólo puede ser consecuencia de un dolor del mismo tamaño. Porque ha llevado su dolor en silencio todos estos años, y porque si el sueño olímpico (ese vertedero de lágrimas de emoción que hace uno en la imaginación mientras trabaja día a día hasta la extenuación) puede confundir a cualquiera, mucho más a una niña entregada a su sueño, ingenua quizá, y sin armas para comprender lo incomprensible. Su relato es de una verosimilitud aristotélica y admite pocas dudas para los que, de un modo u otro, tuvimos una vinculación con la gimnasia artística de aquellos años. Su silencio sólo demuestra que es difícil articular lo inefable, especialmente cuando el abuso de un pederasta hace a una niña confundir los valores, los conceptos, y las emociones más básicas; todos los elementos con las que deberá hacerse adulta. Gloria denunció a Carballo poco antes de terminar el año olímpico. Unos meses después ha dejado en evidencia la hipocresía de las instituciones deportivas de este país, y a la Federación de Gimnasia, sin duda responsables de algo mucho más grave; un silencio institucional en el momento de los hechos, cómplice de un interés más por los logros que por los medios, y de un silencio a día de hoy más fruto de una incapacidad que de una toma de partido. Las instituciones deportivas no sólo abandonan a las personas que habitan en el interior de sus deportistas una vez utilizados para la bandera que portan, sino que funcionan con el mismo esquema de autoridad-abuso de poder de cualquiera de nuestras otras instituciones; políticas, sociales, y financieras. Contra todo eso grita Gloria Viseras. Tan alta es la bandera y la aspiración que enarbola. El deporte de hoy luce en gran parte por la conciencia colectiva sembrada poco a poco en la época de la tierra yerma (especialmente en los deportes que no eran de masas) por algunos deportistas como Gloria, que iniciaron nuestro olimpismo moderno. A día de hoy, el deporte español debería sentirse orgulloso de deportistas como ella, no sólo por sus participaciones olímpicas, sino porque siguen aspirando a ese espacio que va más allá del deporte en sí; a ese sueño olímpico y a los valores humanos que lleva; un mundo en el que soñar de verdad en noches de calma, un mundo en el que la victoria esté más allá del otro, un mundo en el que haya desaparecido la inmundicia que lo contamina. Como Fillol, Gloria le ha negado la mano al Diablo de la mentira. Ha defendido la puerta del Paraíso, la puerta de la verdad. Y, pase lo que pase, pueda o no la Justicia hacerse digna frente a sí misma, queda ya, para siempre, en el olimpo de la memoria. Porque esa es la única y verdadera Gloria olímpica, la que uno se gana frente a sí mismo para el bien de todos. Gracias y enhorabuena, Gloria. Un diez. 

2 comentarios:

  1. Genial Articulo.
    Un 10 para ti tambien pasape.
    Solo añadiré que si queremos que las cosas cambien a cualquier ambito, tenemos que sacar la valentia al igual que Gloria y ponernos en acción para conseguir lo que nos hace sentir bien con nosotros mismos.
    Un saludo.
    Eduardo

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  2. Estoy de acuerdo. Tenemos la posibilidad de nombrar las cosas. Tenemos la posibilidad de no someternos a las dependencias de ningún tipo; ni a las emocionales, ni a las sociales, ni a las políticas. En el ámbito que sea. Estamos en el momento en que tienen que hablar y actuar las personas, no los roles que desempeñan esas personas en cualesquiera medio en el que se mueva. Gracias por tu valoración, pero mi 10 es para Gloria. Un 20 entonces para ella.

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