(http://www.pasape-cronicasviajeras.blogspot.com.es/2013/10/dresden.html)
En la fotografía, el trabajo de Bleda y Rosa parece apelar a una idea muy
similar. Las ciudades, como espacios habitados, no son lo que se ve, lo que se
toca, sino cada una de las historias que esos espacios "memorizan". Nos hemos
cansado ya de ver la imagen repetida del turismo, fotografiándose junto a los
grandes monumentos. Una foto que indica “yo estuve allí”, una idea de viaje que
empezó a diluirse ya a mediados del XIX, porque lo importante ya no es “yo estuve
allí”, sino qué me pasó allí (en relación a esto acabo de escribir una entrada
sobre mi experiencia berlinesa y la puerta de Bradenburgo.
(http://www.pasape-cronicasviajeras.blogspot.com.es/2013/10/la-fotografia-es-una-criatura.html)) En esas fotos de los hombres junto a los lugares, sólo sentimos vacíos. El
turismo es la vivencia del vacío. Del mismo modo que la compartimentación técnica. Decía Cartier: “No hay que ir a los lugares,
hay que vivir en ellos”. Nuestros monumentos (nuestros espacios) no son los
íconos de un espacio cualquiera, sino nuestros propios íconos. Son las
historias que vivimos en cada uno de los lugares. Las piedras, en sí mismas, no son nada.
Pero si esa piedra me ha visto pasar, me ha escuchado, me ha sentido, entonces
la puedo elevar a ícono propio. Puedo sacar su molde y hacerle un espacio
sagrado en una sala, sólo para ella. Desde fuera, la piedra es ingenua. Pero si
te transporta a la memoria que posiblemente guarda, de manera invisible, si tu
imaginación te permite proyectarte, la piedra es potencia de todas las cosas. Y
no sólo te permite una experiencia estética, personal, sino que te permite
mantenerte alerta en cuanto a la forma en que las instituciones económicas,
sociales y políticas conciben tu vida. En la forma en que esas mismas
instituciones consideran tu espacio, y, por tanto, a ti mismo. Así, la piedra de
Juanma funciona también como una alerta.
En los movimientos sociales de los últimos años, a saber,
fundamentalmente el 15M, hemos observado una entrada de los espacios
personales, un intento de politizar, en el mejor sentido, las emociones. Hace
tiempo escribí un artículo llamado “El beso del 15 M” (http://odahirvanderlinde.blogspot.com.es/2011/07/el-beso-del-15-m.html),
en el que consideraba ese como uno de las verdaderos puntos revolucionarios del 15M.
Algo de eso emana de la piedra de Juanma. Algo verdadero de lo que el Arte
conceptual de los últimos años andaba, y anda, escaso…
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