María, hay algo delicioso en tu
intervención (desde todos los ángulos) en el efecto Shinkansen. Tu personaje es un personaje arquetípico de la
literatura; detrás de todos esos papeles está la idea de Robinson Crusoe,
claro. No todos los personajes de los fragmentos son robinsones, pero ese
personaje María Pastor que además coincide curiosamente con María Pastor, en un
plano más abstracto, si quieres, lo es. Es difícil navegar en esas aguas. Con
esas olas. Muchos no hubieran salido de casa, esperando aguas más mansas. Pero
tú eres como esos hombres de Arán,
“este es tu asunto”. Esa es mi primera enhorabuena. La segunda tiene que ver
con una idea de teatro que no debiéramos menospreciar, y que necesita un
espacio (unas condiciones) particular. Su actualización requiere menos metros.
El horizonte de expectativas de este “lector” de teatro debe ser fiel a una
compañía. A unos actores, a un actriz. Como en el siglo de oro. Recupera esa
tradición y exige un conocimiento. De lo interpetado, pero también de las condiciones
de esa interpretación, lo que nos lleva, ineludiblemente, a un conocimiento de
tu historia (al menos de tu historia con respecto al teatro). Cuando terminó Tres hermanas, después de haber ido a
tres funciones y seguir aún fascinado por los ecos de esa lectura vuestra de
Chejov, fuimos a verte a la Dama del perrito. Al terminar, estuvimos hablando
con tus padres y quisimos ir a saludarte. Tú estabas llorando en el backstage (la lágrima de Masha). Ese llanto sordo
unido al devenir de Guindalera está en la memoria del espectador y añade los
significados necesarios a esa confusión romántica entre personaje y persona que
está en la tensión lectora del Efecto
Shinkansen. Ese teatro sólo es posible en este formato; otras formas de
organizar las compañías, de hacer o vender el teatro, de gestionar las salas,
no permiten estas lecturas, y no permiten, por tanto, este teatro. Es privativo
de esta forma, a pesar de pases tan poco llenos como el del viernes. Así que
tienes (o tenéis) en la mano un teatro único. ¿No es para dar saltos de
alegría? La tercera enhorabuena es personal. Como decía Juan Diego Botto el
otro día refiriéndose a lo que han hecho, sobre todo, las madres de Mayo
reclamando justicia (una justicia mucho más necesaria que la justicia
artística, no lo olvidemos), “lo imposible sólo tarda un poco más”. Esperamos estar cerca para ir viendo como aparece.
Con admiración.
P
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