lunes, 10 de mayo de 2010

DISCUTIR CON UNO MISMO

El viernes por la noche me voy a la Efti, a los viernes de la Efti, para ver las proyecciones de "Genios de la fotografía", de las que espero una discusión que, evidentemente, por eso estoy aquí, discutiendo conmigo mismo, no se produce. En el primer capítulo, que es el quinto de la serie de seis editado por la BBC, se aborda un tema principal del que sólo percibo un escalonado bombardeo de estímulos: el abordaje de la intimidad, de la intimidad individual, y de la intimidad familiar. Los ejemplo son múltiples: los trabajos de Diane Airbus en el seno de una familia rica, los de Larry Clark en el seno de un grupo de jóvenes que se deican a drogarse y al sexo (este trabajo me parece impresionante, hay una algo, especialmente, que me hace recaer en la necesidad del "proyecto": cuando Larry Clark decide hacer un libro con sus fotos se da cuenta de que es fotógrafo, no antes, antes sólo hacía fotografías). El trabajo de Araki también me habla del trabajo, Araki lleva siempre una cámara, hace siempre fotos, retrata sin parar. Nana Goldin ha encontrado el espacio transexual como un eje vertebrador de significados, Bilingham desnuda a sus padres, desestructurados por el alcohol y la obesidad, Sally Mann a sus hijos y a su marido, progresivamente enfermo. Y, de repente, Cindy Sherman, dsifrazada de todos los modelos de mujer posibles, ejercita esa parte de la postmodernidad en la que el Yo es sólo un conjunto de mitos de la cultura. La pregunta que lo envuelve todo es: ¿Podemos desnudar el Yo? ¿Podemos acceder a una esencia individual a través de la fotografía? ¿O debemos renunciar a algo imposible, y sólo aspirar a repetir ls modelos? Creo que, como siempre, las respuestas son mucho más preguntas hechas de partes que respuestas, y cada proyecto desvela una parte de la realidad. Lo que va quedando claro es la forma en la que una verdadera obra toma cuerpo, y, es, sin duda, la fromalización de una idea, una postura, una forma de vivir. En el segundo debate sobre el yo, el de Sherman, desaparece ese hálito vital que es capaz de conmovernos mucho más que la postura reflexiva e intelectual, esa parte irreductible a la reflexión, en donde los humanos se reconocen a pesar de las distancias. El debate es en todo caso creador de obras, pero la mera reflexión crea muchas más contradicciones que iluminaciones cuando se piensa en Haití, que ya no es noticia, en la marea negra de BP, en la cicatrización de las víctimas de los ataques a Gaza, en los hijos de los muertos por el franquismo...
En el siguiente capítulo, Snap Judegement, se analiza el valor de la fotografía en el mercado del Arte, pero quizá tambien la madurez en la independencia del medio. La fotografía ha caído ya en la tentación de ser moneda de cambio, bien de inversión, independientemente de sus valores. En esa afirmación y competencia con las otras artes va adquiriendo su "yo". Abandonada la imitación de la pintura y su sometimiento a la instantaneidad (en todo caso yo sigo adorando a Cartier por encima de todas las cosas), la fotografía conoce sus medios y va haciendo uso de ellos, despojándose de todos los esquemas fijos que le impiden el ejercicio de la libertad individual. Si en la locura económica siguen las nauseas que rodean a las fotos, en la búsqueda de los caminos independientes reina la alegría. Y, mientras, al otro lado del mundo, se sigue muriendo de hambre.

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