domingo, 5 de junio de 2011

LA ASAMBLEA

  En estos últimos días he intentado congeniar diez horas de trabajo con hasta seis horas de presencia en Sol. Como un Argos de mil ojos y mil oídos, he tratado de comprender, apenas vagamente, en que consiste “el movimiento”. Con los días y esas largas noches voy comprendiendo que, de momento, los ojos y los oídos, como instrumentos del pensamiento, de poco valen. Que este movimiento es, de momento, un movimiento del corazón, un entramado de emociones que van desde la indignación al amor. Que es rumbo sin destino, que es presente más que futuro, y que sus grandes valores acuden en masa a ese insrumento final; la Asamblea. Después de las seis horas de asambleas de hoy, me atrevo a empezar a comprender que la realidad es mucho más difícil que la ilusión, pero que muestra en la misma medida las dificultades y los valores. La asamblea va comprendiendo que no es lo mismo unanimidad que consenso, va comprendiendo que la igualdad de voces, la pluralidad, el carácter abierto, es en sí mismo su principal estigma. No todas las voces construyen, no todas las voces aportan lucidez, sino más al contrario, en muchos casos enturbian. Sin embargo, y ahí es donde el movimiento y la Asamblea alcanza su cima, la Asamblea debe hacer uso de sus principales valores; el respeto y el carácter inclusivo y abierto, y afrontar las consecuencias “dificultosas” de estos. La ganancia es infinita, e instantánea; el valor del otro. La posibilidad. La voz. La paciencia se va convirtiendo el valor, el respeto y el asumir responsabilidades propias y no ejercer la culpa ajena también. Es un mundo nuevo que parece filtrarse por las grietas de lo social y lo familiar. Un cambio de paradigma en las relaciones humanas. Su otro gran valor es la capacidad de observarse a sí misma, de hacerse eficaz por el camino, según anda, No establecerse desde el principio, sino aprender a ser, crecer según vive. Todo eso me parece observar en esta nueva criatura viva que ha echado a andar. Una criatura que nos habla a lo más hondo de los vicios adquiridos con los años…  

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