miércoles, 19 de octubre de 2011

La Hispanidad, la Deuda, Ouroboros y la Fuenfría. Día del Pilar.

 Para celebrar la Hispanidad, es decir, los albores de las atrocidades de la colonización, del sometimiento, del genocidio, me subo a Cercedilla para subir por las terribles rampas pedregosas que nos llevan entre bosques hasta la cima del Purgatorio. El purgatorio fue un lugar donde los indígenas aprendieron a avergonzarse de ser indígenas , pobres, e ignorantes según el concepto de sabiduría que tenía la Cristiandad. El purgatorio fue un concepto inventado por esos mismos cristianos, que al mismo tiempo defendían una extraña caridad y un amor hacia todos nuestros hermanos. Uno de esos cristianos fue Lope de Aguirre, del que Mijangos me ha prestado las crónicas, que leeré, digo. A mitad de rampa alcanzo a los Alien, a los que no veía desde la Pedals de Foc de 2009. Y esas cosas tiene el monte, estas escenas inolvidables: Karina y yo nos bajamos de los ciclos para besarnos y abrazarnos. Es el momento del día. Entre piedras, casi perdiendo pie. Después veo a Ángel, con su bici verde y su maillot de Alien. Estos alienígenas me encantan. Son el paraíso en el otro. Arriba, en Navacerrada, un verdadero cielo, el cielo de Madrid, decidimos bajar por una trialera de mil demonios, en donde tiemblan los ejes de mi maltrecha bici, y los míos. Es en esos pequeños rincones en donde uno se lo juega todo y se gana de verdad el cielo, si consigue no amamantar la tierra. Y en donde difruto como pocas veces, a pesar de mi pobre estado de forma tanto cuesta arriba como cuesta abajo. Después, la Fuenfría me lleva por el mundo de los poetas. Si algo dió y da América latina fueron poetas. Y sigue dándolos. Es la otra cara de una tragedia. Dice Neruda en “Confieso”, de los españoles: “se lo llevaron todo y lo dejaron todo(…) nos dejaron las palabras” De esas palabras terribles que dejaron junto a la sangre derramada y el semen de la dominación esparcido y mestizante han nacido los mejores versos del castellano, desde Vallejo a Borges, a Huidobro a Gabriela, a Rojas, a Blanca Varela, a Dulce María y a un infinito que pasa por Sor juana Inés. Ese pinar de la bajada por la Carretera de la República me emociona, ese sol incomprensible de un 12 de octubre casi me asfixia, y ese paisaje abierto hacia Cercedilla forma parte ya desde el Marqués de Santillana de alguna extraña parte de nuestros corazones. La trialera de la vereda alta es también un regalo. Es lo que queda de esta otra Hispanidad. La capacidad de disfrutar. Después me voy a escuchar poesía en La Marabunta a tres grandes poetas que reclaman desde la poesía (desde las palabras dejadas sin conciencia por los españoles en el suelo conquistado y robado) la desaparición de la Deuda externa, que parte seguramente de un principio similar al que crea un concepto como el de una Hispanidad nacida un 12 de Octubre de 1492, y que parte de un tiempo similar; después de 500 años no se acaba de invertir el papel de Dominador-Dominado. Como dice Ferlosio en un texto inolvidable “nada ha cambiado mientras no cambien los dioses”. Sólo las formas cambian.  Jose Luis Gómez Toré, con su palabra limpia y lúcida entronca verso y deuda desde el juego, desde el significado, hasta decir “esta sed donde duerme la memoria del agua”. Ernesto García entronca la poesía a la deuda desde la fiebre, desde ese concepto de irrealidad que las une, desde esa extraña sensación de navegar en el filo de lo irracional. Ana Gorría lo enfoca todo desde el pudor, según dice, pero democratiza la palabra dando otras voces, que es como no aceptar la voz dominante, aunque sea propia. Y es eso ir en contra de los principios que forman la Deuda. Diría Foucault que trabajar con el lenguaje es trabajar con los medios de la dominación actualizados en el yo, que es como cree el francés que ejerce su dictadura el poder. Dice Patricia Mora que la poesía va más allá de las ideas, de los mecanismos. Dice que hacer poesía es contribuir a la belleza del mundo, a la armonía de este. Y que en esa armonía, en esa belleza, no cabe el ejercicio de la dominación, del control o del sometimiento del otro. Que esos comportamientos, también puramente humanos, se diluyen entre tanta belleza, desapareciendo. Pienso en el tesoro Kimbaya del Museo de América y no estoy seguro de nada. Ni de eso, ni de mi propia palabra, ni de pertenecer a una cosa etérea y sucia como la llamada Hispanidad. Ojalá volvieran a nacer Bolívares y Martíes que pusieran de nuevo claridad, y una América latina única. Pero para eso habría que encomendarse a la virgen del Pilar. Y creer en los milagros.

1 comentario:

  1. Madre mia.
    Pongo madre mia y no digo más, con eso solo persigo que te quede constancia de que lo he leido, y nada más

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