viernes, 25 de junio de 2010

HELEN LEVITT


Es realmente difícil escribir sobre Helen Levitt, sobre esta exposición de Photoespaña, un año después de su muerte. Es difícil porque es Helen Levitt una clásica, porque hemos visto muchas de sus imágenes en retrospectivas o exposiciones colectivas de Nueva York, y porque su propuesta se enamarca en la fotografía documental social de la calle. En cuanto a propuesta, hoy, no nos sorprende. En cuanto a realización, tampoco. Sólo queda, entonces, la capacidad de aquellas fotos de conmover, de documentar. Empecemos por la último. ¿Cuál es la esencia del documento? ¿Mostrar las calles pobres de Nueva York, y dotar a sus personajes del carácter de actores, convertirlos en seres que juegan, dignificarlos? Está claro, lo consigue. Quizá para los años treinta o cuarenta convertir eso en foco de la mirada puede ser sorprendente; hoy es camino ya recorrido. Sin embargo, con el paso del tiempo, bajo esas imágenes subyace otra pregunta: ¿Cuál es el exacto grado de pobreza o de riqueza necesario para un disfrute de la infancia? El cambio de tiempos ha llevado a muchos niños a un cambio de formas, a espacios cerrados, a juegos virtuales; mientras otros, influidos por un romanticismo paterno, mantienen los viejo modos. ¿Qué imagen nos conmueve más; la de un niño jugando con la consola, o la de un niño de las calles de Nueva York, atizando de harina a sus amigos, con su única camisa rasgada? Quizá es esta la nueva mirada posible de las fotos de la Levitt. La fórmula de “In the Street”, el documental, convirtiendo la calle en un escenario y un campo de batalla, permite una mirada “distanciada” de la realidad, permite el espacio a la ironía. Pero queda otro punto; ¿nos conmueven las fotos de la Levitt? Es, por desgracia, una cuestión de tiempo. En estos últimos setenta años hemos visto imágenes tan terribles que hemos hecho ascender nuestro umbral de resistencia hasta límites dudosos. Hemos visto asesinatos reales en directo, hemos visto imágenes de la guerra, casi en vivo, y hemos visto las consecuencias de esta. El fotoperiodismo y los reporteros de guerra o de conflictos internacionales han buscado imágenes extremas, en lo referente al dolor. Y las han encontrado. En ese contexto, las imágenes de Levitt son ya ingenuas. Muestran el juego en su expresión menos enfática. La pobreza es, para nosotros, hoy, apenas pobreza. Cuando pienso en lo propio de la fotografía, en un reduccionismo evidente, me decanto por esta forma de fotografiar. Si tuviera que elegir, además, me quedaría con sus instantáneas: con el niño levantándole la falda a la niña, con esas miradas hacia la izquierda, detenidas en las pompas de jabón, con los cuatro niños goyescos de fente a la cámara, con el juego bajo el agua, y con algunos otros detalles. Salgo a la calle, ayer no salió mi avión a Londres por, dicen, la huelga de transportes en Francia. Hoy habrá huelga en Italia. Espero, de todos modos, que salga mi avión. En todo caso, qué más da. Que el mundo muestre las trazas de su desequilibrio (en Europa; porque hace mucho que en el resto ya las muestra) tampoco es para tanto. Lo importante, lo verdaderamente importante, ya lo sabemos, es poder disfrutar de los bellos rayos de la tormenta de ayer, y que hoy España gane a Chile y se clasifique para la siguiente ronda del mundial…

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