domingo, 20 de junio de 2010

Jürgen Teller. "Calves and Thighs" Photoespaña 2010

Salgo de la exposición de Jürgen Teller con la sensación de asistir al salón de Madame de Staël; de asistir a la eterna disputa de antiguos y modernos. Es verdad que el recorrido de la fotografía ha sido necesariamente rápido y agitado, pero recorre los mismos caminos que el resto: asume bases conceptuales, compositivas, y técnicas, de las otras artes, e intenta definir lo propio. Se emancipa con dificultad de la pintura, alcanza la revelación del instante decisivo, y estalla en los mil pedazos de cualquiera de la líneas posibles. Lo "propio" es, casi por definición, indefinible. Las bases conceptuales son siempre incómodas. Las compositivas, también. Las técnicas, incluso, causan sarpullidos a algunos. Es el camino del desaprendizaje. Es ese el esfuerzo de Jürgen Teller; descomponer los principios. Allí aparecen las caras desenfocadas, el ruido por todos lados, cuadros desplazados, desinterés, personajes que actúan frente a la cámara...
Es cierto que la publicidad, la moda, la cultura visual y de medios en la que vivimos, establecen estereotipos muy duros (y que existen otros, infinitos, vea usted las fotos de Cindy Shermann). Es cierto que ninguno de nosotros, ni siquiera los que sirven de modelo, nos acercamos a los patrones del modelo, y que, claro, esos modelos son el eje vertebrador de la "frustración por todos lados" que invade el espacio de la "realidad". Jürgen Teller establece en este ámbito su discurso. Desmontar, descontextualizar. Desnudos de actrices y modelos en salas abiertas, modelos antes del pase, desorden. "Desembellecedor", en fin. Técnicamente sobreexpuestos, desenfocados, fuera de cuadro. El concepto de lo bello desplazado. Otra realidad de la bello. No nos confundamos, nunca "las cosas tal como son", como dice la guía de la exposición. Quizá podríamos decir "tal como de otra forma". No aparece una belleza. Aparece un teatro sin ordenar, donde lo incómodo, lo soez a veces, lo antierótico, deviene de lo que "per se", anteriormente, era erótico. El resultado no es apetecible, fuerza la pataleta más que establecer, más que proponer. Desde las antípodas de Annie Leibovitz cae en las mismas necesidades que ella: la necesidad de Marc Jacobs, de que en sus fotos salgan Kate Moss, Charlotte Rampling, William Egglestone (¡¡qué buenas fotos las hechas por Egglestone, por cierto!!), Yves Saint Laurent, Cindy Shermann... Necesita nombres para sobrevivir, necesita la realidad que rechaza, esa falacia de la fama, a los actores del teatro de felicidad y de la belleza. ¿No se someten estas fotos, en la búsqueda de la ligereza del no artificio, a esa otra mentira de un mundo modélico? En las fachadas de Madrid van creciendo, como musgo entre el musgo, como hierba en la casa abandonada, las banderas nacionales. Afuera los humanos se proyectan en esos aliens que representan a sus banderas jugando al fútbol. Es esa "la realidad" de estos días (la de siempre, pero estos días más que siempre). De ella emanan las ilusiones, las alegrías, y las tristezas, la violencia y hasta el amor. Así empieza el verano por estos lares. Abandonado, en una esquina del mundo, Jürgen Teller grita. Por lo menos.

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