martes, 10 de mayo de 2011

JERARQUÍAS (Epitafio post mortem a un ciclista)

Wouter Weylandt ha muerto. Se dejó la vida bajando a 70 kilómetros por hora en pos de cualesquiera que fuera el triunfo. Hay deportes como el ciclismo que tienen esto; requieren lo máximo de los que lo practican, hasta a veces robarles la vida. Ese es el espíritu del deporte, un afán de superación, una búsqueda del límite, una forma de simular una efímera gloria. Detesto el deporte de competición profesional en el mismo grado que valoro los valores que vehicula. El gesto de Weylandt es uno, el de Nadal, admitiendo la superioridad de Djokovic el Domingo, sin renunciar a la batalla, también. La historia está llena de esos pequeños gestos, que nos conectan con lo más profundamente humano, con los grandes valores. La épica homérica y renacentista estaba basada en una necesidad humana, claro. Sin embargo, turbias oscuridades rodean la mayor partes de los gestos deportivos. El bochornoso teatro de los episódicos Madrid- Barça es uno, por citar uno de los más recientes. Esta mañana, hojeé un diario deportivo, y vi la noticia de Weylandt, un pequeño recuadro. Pero en la jerarquía de este lamentable diario, el Marca, la noticia era el fichaje de un tal Sahin por el Madrid: Portada y cuatro primeras páginas. Ese es el deporte que queremos, esa la estupidez que nos llena.

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