lunes, 23 de febrero de 2009

el Quinto de Brademburgo

No quisiera dejar pasar la oprtunidad de escribir sobre el Quinto de Brademburgo. Diré de antemano que quedo lejos de su comprensión, y quizá por ello de un juicio certero. La escuché, por segunda vez en directo, tras aquella de hace tres años en el Festival conde Duque, en el ciclo de Cantatas de la Comunidad de Madrid. También por Hipocampus. Esta vez me gustó el primer movimiento, en todos sus sentidos, el fraseo, la continuidad, las voces y los episodios armónicos conducidos hacia el tema. El continuo estuvo brillante y los solos de clave también, aunque en algún momento, dios me perdone, me sobró expresión. En los momentos de expresividad menos evidente, hubo, sin embargo, mucha emoción. El clave solo inundándolo todo. El segundo movimiento, sin embargo, me decepcionó un poco, goznado los detalles del continuo y del solo de clave, me faltó mayor integridad, escuché una cierta pérdida de la línea global, de la continuidad del movimiento. En el tercero, a medio camino entre ambos. Hubo lo mejor del primero y lo menos bueno del segundo.

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