miércoles, 21 de julio de 2010

EL CONDENADO POR DESCONFIADO. Tirso de Molina. 20 de Julio, festival internacional de Almagro.

Leí esta obra hace ya más de diez años. Me ayudó mucho el profesor "de Miguel", que disfrutaba a Tirso como un niño. Pero veo ahora la obra más como una comedia forzada en la que lo moral juega al retruécano barroco, que como la obra maestra que pensé que era. Porque en las comedias de capa y espada, cuando algo parece otra cosa y al final deviene en una tercera, hay un verdadero juego de apariencias, que funcionan muy bien en el sentido visual. Sin embargo, que el tal Enrico, caricatura del criminal, se cuadre ante dios y se salve, y que Paulo, caricatura del eremita, santo absurdo, trasunto menor de un Job vilipendiado, tenga un enfado y se condene, por desconfiar en el oráculo divino, por buscar más de la cuenta, por interpretar a Enrico, no resulta tan teatral, ni tan logrado. No resulta ni tan cómico, ni tan trágico. En fin, no alcanza. Quizá nos dona la obra la pregunta sobre la confianza del mismo modo que nos advierte sobre el poder de las dudas en la creación del mundo. Eso, a la sumo. La intepretación, mediana. Y la acústica, incluso para los virtuosos en el arte de oír, también mediana, en este antiguo hospital que no emociona como el Corral de Comedias o como la antigua universidad renacentista. Nadie es perfecto.

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