lunes, 5 de julio de 2010

PAUL LEENHOUTS Y ARGOS

Sé que debería decir que ganó España, que estará en las semifinales del mundial, y que Nadal volvió a ganr Wimblendon, pero es que Paul Leenhout vino a tocar (quizá por última vez) a Madrid, y los pavos reales ya se pavonean por los jardines de Cecilio Rodriguez. Este Paul Leenhout se acaba de ganar la plaza de Head of Early Music Department en la University of Denton, así que se va a Texas. No vendrá con frecuencia a Madrid como hizo durante los últimos diez años. El concierto de ayer fue una pocholada. Tres estudiantes jóvenes tocaron con un carácter que nosotros, creo, no teníamos a su edad. Luego salió Paul y con una flauta bajo, hizo una obrita del XVI que nos apaciguó el alma: “D’amours me plains”. Me parecieron “Die Träenen des Herzes” en todo su esplendor; una melodía simple dicha hasta el límite de una sencillez no enfática. Como el que hace un hattrick, me llevé la partitura, escrita por un tal Valentin Bakfark, muerto en 1576. Después, el quinteto Seldom Sene hizo tres piececitas del XVI en el que el remarcable papel de cada uno no era individual, sino que la suma de las partes daba mucho más de cinco. Tocar la flauta propia como si tocara las cinco flautas. Un todo en el que la polifonía nunca se desligaba del movimiento conjunto; un gran armanzón polifónico armónico llevado como el carrito de un niño. Y después volvieron Paul y Fernando Paz, con Alberto Martínez, a hacer un Purcell en el que el “dos en uno” del título se reflejaba en la forma de las líneas. Después, con la diversión de Turini, nos fuimos a casa mucho más contentos de lo que habíamos venido. Muy de mañana, aún con los ecos del sereno apaciguamiento, me senté junto a uno de los pavos de los jardines. No eran aún las nueve de la mañana. Saltó dos metros por delante y me mostró su Argos, pavoneándose ante mi. Cuando me fui, chilló tres veces, quizá por celos. Es cierto que ninguno de los dos (ni Paul ni el pavo) chillan tanto como los campos de fútbol, pero las almas que vagan entre el verano tienen grandes oídos para tan bellos ojos.

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