lunes, 6 de febrero de 2012

OLA DE FRÍO POLAR EN BAQUEIRA. UN TANGO

En las últimas cuarenta y ocho horas no ha dejado de nevar ni un minuto. Baqueira se ha convertido en un paraíso. Nunca tanta nieve junta en mis ojos. Cada vez que la estrenamos nos espera una sorpresa. Cada vez que la pisamos bailamos un Tango.




El Tango es un juego de melancolías; a la vez que añora el pasado( un tiempo mejor, una juventud perdida, un viejo e inolvidable amor, un asomarse ) busca el anhelo de lo compartido. En el abrazo está todo, es un vínculo que permite a la mujer seguir los pasos del hombre como si en realidad supieran ambos de lo por venir. El Tango; caminar juntos, detenerse amorosamente juntos (como la novela). Pero es también cambiar el rumbo, girar, languidecer, ser góndola. El canto o el bandoneón se hace movimiento. Es la metamorfosis, el cambio de forma, el cambio de estado. Una traducción. Pero no es sólo movimiento, se hace también línea, distribución en el espacio, dinámica. Del mismo modo que el hombre transforma el canto en dirección, dibujo, y ritmo, la mujer convierte la intención del hombre en un paso a dos. Escuchar, en sentido doble. Sentir, como algo global. Creo que esquiar es como bailar Tango. No sólo es imposible hacerlo sin la disociación del baile, el giro de tronco, la independencia de las caderas, sino que la ladera es como un Tango; nos canta. Nos canta con la pendiente, con el tipo de nieve, con las huellas que la hollaron antes que nosotros, y hasta con la luz (escondida) que la hace otra, y con el frío que la quiebra y con el viento que la desnuda. Nosotros la transformamos en línea, dibujamos una trazada entre las infinitas que nos propone la propia ladera. Es el primer paso de este Tango. El segundo, la escucha fina y última que hace a las tablas adpatarse a la propuesta de la superficie como si los pasos de uno fueran los pasos del otro, depende de una escucha pormenorizada, sutil, immediata, y doble, relajada y activa, en la que la imagen propia sea la de un cuerpo deformable (agua de río sobre el guijarro), flexible (seda sobre la piel), capaz de adaptarse como un molde a su otro lado, capaz de hacer no de la melancolía, sino del silencio, un silencio caricia y amenaza, un dibujo en la nieve.



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