sábado, 28 de marzo de 2009

Hombres sin mujer. Carlos Montenegro.

HOMBRES SIN MUJER

¡¡Por fin!! Más allá de la lectura técnica o del ensayo, he recuperado con esta novela, „Hombres sin mujer“, el goce (sin ningún pudor puedo llamarlo así) de la lectura. Antes de que el hablar de ella me turbe las ideas más globales, convienen afirmar que estamos, sin duda, ante una obra maestra, a la que quizá la periferia literaria (es decir, en primer lugar, todo lo que no está escrito en inglés o bautizado por el inglés, en francés, en alemán o en ruso, y, desde luego, todo lo que no pertenece a Europa o a Estados Unidos ) ha privado de un lugar destacado dentro de la novelística. Es maestra en todos sus sentidos. La forma es redonda, en toda su cuadratura, está construída en pequeños capítulos con sentidos en sí mismos, capaces de mostrarnos el mundo del cuál nos hablan, para, en conjunto, hilar una historia de transformaciones humanas como consecuencia del contexto que nos pinta; una cárcel tal como todas las cárceles, atroz, alejadísima de la idea de reformar para reinsertar. Un mundo de jerarquías internas, basadas no sólo en la fuerza, sino en la corrupción. Una metáfora de la sociedad global, la exterior, a la que de un modo crudo representa. El estudio psicológico se aleja de la presentación de arquetipos, y la riqueza de los personajes es la de un prodigioso escritor; la de un gran observador con una imagiación precisa. El espacio, que se reduce a los espacios de la galera, los patios, los talleres, el comedor, y una cierta idea del „afuera“, le sirven a Montenegro para hacer desfilar a los personajes, con movimientos de una naturalidad inapreciable. La historia de la transformción de Pascasio, la gran excusa del escritor para mostrarnos el mundo que nos muestra, es de una credibilidad absoluta. El dibujo físico y el torrente psíquico; individualizado con maestría, nos muestra un personaje individual, único, maravilloso en su debilidad de rey. Es un gran príncipe del subsuelo, un negro animal venido a príncipe, un macho con sentimientos. Ese Pascasio nos emociona, nos mueve. Vivimos en él y a través de él el espacio, la injusticia, el mundo hipócrita y cruel de los hombres. A través de un lenguaje propio, adecuado al lugar, preciosista en su riqueza y adecuación, a través de unos diálogos vivos a los que no escapa nada. Estamos ante una gran novela, ante un enorme escritor. De esos mismos lugares haría también, muchos años después, Angel Santisteban dos pequeñas obras maestras: „La perra“ y „La puerca“. Hombres sin mujer se escribió en 1931. Hoy, permite hacer soñar con una literatura aún viva. Gracias, Montenegro.

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