jueves, 12 de marzo de 2009


Tu dulce habla ¿en cuya oreja suena?
Tus ojos claros ¿a quién los volviste?
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
Tu quebrantada fe ¿dó la pusite?
¿Cuál es el cuello que como en cadena
de tus hermosos ojos añudaste?


(Garcilaso de la Vega, Égloga I. 1534)

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