miércoles, 11 de marzo de 2009

Slumdog Millonaire

Decía Schubert que para contar algo era mejor esperar a poder controlar las bridas, cuando ya los caballos de la pasión estuvieran serenos. En la dialéctica pasión - razón, la libertad absoluta se encuentra donde poder ejercer con igual descaro una y otra. Eso es Slumdog millonaire, un recorrido por la India de hoy vista con la pasión del que la conoce, la ama, y la sufre a partes iguales, del que pasea por la chabolas, basureros y miseria con la muerte en los talones como juego, del que exalta el movimiento de todo un país hacia los maravillosos enigmas de la esperanza, de quien pinta la parte oscura con pequeños tintes de heroicidad. Y cuando uno ha absorbido suficiente India, cuando uno se ha metido en la piel del país a través de una especie de "Dogma indio", va creciendo la historia de amor, una especie de manantial que dialoga a través de los vasos comunicantes de Vargas Llosa con un país a la deriva de cuyos deshechos surgen los peores y los mejores gestos. La historia de dos hermanos, esa vieja historia de tradición egipcia, caracterizados desde el inicio como en Mystic River, un pequeño movimiento y ya sabemos sus destinos, con un tercer mosquetero en discordia, el hombre que falta, cuyo nombre no sabemos sin que nos importe, convertido en mujer, cuya voz, aún sin el nombre del mosquetero, es suficiente. Para los vitandines indios no es el lenguaje el que define la verdad, sino el que la acota, el que excluye la falsedad. Ese último movimiento, la aparición de Aramis, es banal. No necesitamos que sea cierto, no necesitamos saber su nombre, no necesitamos de la verdad. En esa confianza el nombre aparece solo, viene sin esfuerzo. La importancia del descubrimiento, de la voz, apaga los brillos del metal, que se convierte más en símbolo que en precio, que en destino. Hasta en el destino del hermano corrompido por el medio desde el inicio se encuentran los rasgos más bellos, dos veces salva a su hermano; en la primera, sus ojos, en la segunda, su amor. Muere por ello, capaz en el último momento de encontrar el sentido final de las cosas. Algo por qué vivir, algo por qué morir. Bello. Limpio.

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