martes, 22 de febrero de 2011

MOLINOS O GIGANTES

Me pregunto, de paso por Campo de Criptana, qué significarán los Molinos (o los  Gigantes) . Me pregunto por el cómo, un episodio de tan corta duración en el Quijote, puede levantar tantas pasiones; quiero decir, tanta literatura, tanta música, tanta pintura. Sólo hay una respuesta posible, y es la altura, la proyección, el alcance, de la metáfora. Cervantes se anticipa de todas todas a la psicología moderna, y a muchas ramas modernas de la neurociencia, además de anticipar los peligros de la hermeneútica. Se anticipa a las teorías modernas de la realidad, y a los mundos posibles. Pero mucho antes se anticipa a Berkeley, y establece, más allá de la ciencia, algunos principios vitales, en la moral, y en la práctica. Hay una metáfora parecida en Homero, claro, la de Escila y Caribdis, con una diferencia fundamental, más allá del contexto: ¡¡Ulises no lleva consigo a Sancho!! “¿Pero qué coño pinta Sancho?”, me dirás, “¿pero cómo que qué pinta Sancho?”, te contestaré, Sancho está allí para mostrarnos que Quijote ve de otra forma, que Quijote ve otras cosas, que en la percepción de lo que llamamos erroneamente “realidad”, los molinos son molinos. Sancho es un personaje lineal en lo perceptivo, carece de capacidad metafórica, llama a las cosas por su nombre, y son sus objetivos los mismos que los de su ADN: sobrevivir, y reproducirse (la “ínsula” soñada le dará la posibilidad de hacerlo). Pero eso no es sino otro de los marcos posibles. Sin embargo, Quijote es un personaje metafórico, percibe la realidad desde su propio otro mundo, desde sus propios conceptos. Exctamente igual que cada uno de nosotros. La realidad es “lo percibido”, según Berkeley, y no lo que supuestamente “es”. Hoy por hoy, la realidad es un constructo dependiente de las decisiones, y los mecanismos de percepción (como demuestra con cada vez más tino la neurociencia de estos maravillosos (para eso) últimos diez años), dependen cada vez con mayor claridad de un constructo de cultura, experiencias, conceptualizaciones, historias escuchadas, y asimilaciones por similitud, en busca de respuestas sobre la realidad. De manera que, para Quijote, los molinos son Gigantes, y la comicidad de la escena sólo puede venir de un cierto egocentrismo, ya que para todos nosotros la realidad es nuestra realidad, y en cierta manera estamos salvados en la medida en la que esta coincide en mayor o menor medida con la de lo nuestros prójimos. Porque en la práctica, nuestra experiencia diaria nos dice lo contrario; que a cada paso nos encontramos con gigantes sin nombre que aparentan ser otra cosa.

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